Además de patos de plástico, se han soltado melones, sandías y botellas de cava. | Joan Socies

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Después de siete años, la tradicional suelta de patos de la Colònia de Sant Jordi, en ses Salines, ya se ha adaptado a la nueva moda de soltar patos de plástico al mar lejos de viejas polémicas. Los coloniers y visitantes se conforman con los premios que se obtienen con cada pato. Ya son más de 60 los años que se lanzan patos al agua, antes vivos y ahora de goma.

Este año había quince patos con un premio de cinco euros y otros quince, con diez euros de recompensa, además de las botellas de cava, vino, los melones y las sandías que lanzaron las autoridades municipales desde la barca, del patró major Biel Sastre.

Eran cientos los nadadores que se reunieron a las doce del mediodía en las inmediaciones del puerto para conseguir algún premio, en las rocas, la expectación era máxima, padres y madres, abuelos y abuelas esperaban a sus pequeños para ver la cantidad de patos que habían podido conseguir, otros decidían lanzarse al agua con un colchón o una barca de plástico para ver si podían llegar con facilidad a algún lanzamiento lejano. Al final todos contentos, grandes y pequeños, tras pasar media hora de recreo y diversión en remojo.

En la séptima edición de la suelta de patos de goma, fueron 60 los ejemplares de ‘animales’ que se lanzaron al agua y en 30 de ellos había un premio seguro.

La tarde de fiesta coloniera prosiguió con la carrera de joies y la ya tradicional excursión en piragua por la zona.

La noche anterior, la fiesta, según manifestó el alcalde de la localidad, Bartomeu Lladonet, transcurrió con normalidad, con los habituales controles de alcoholemia y el decomiso de botellas de alcohol a los jóvenes por parte de la Policía Local.