El conjunto de las casas de Son Bordils se encuentran en estado de ruina. | ultimahora.es

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La Fundació Alzina, propietaria de las casas catalogadas de Son Bordils de Inca, ha interpuesto un recurso contencioso-administrativo contra la segunda orden de ejecución que firmó el alcalde de la ciudad, Rafel Torres, y que obliga a la entidad a rehabilitar el conjunto arquitectónico.

Aunque la propiedad alega la falta de dinero para llevar a cabo las obras que están presupuestadas en unos 475.000 euros, el alcalde Torres explicó que «los edificios están protegidos y se debe preservar el patrimonio de la ciudad».

Aunque Torres reconoció que «la Fundació Alzina puede tener argumentos jurídicos para poner el recurso contra la orden de ejecución, el Consistorio también tiene cobertura jurídica para obligarles a restaurar las casas de Son Bordils, motivo por el que se firmó la orden de ejecución».

Reforma

Cabe recordar que ésta es la segunda orden de ejecución que dicta el Ajuntament de Inca para llevar a cabo la reforma del conjunto de las casas de Son Bordils, que están en ruinas. La primera la firmó el por entonces alcalde, Pere Rotger, el 28 de noviembre de 2008, pero la orden caducó un año después ya que el Consistorio no respondió a las alegaciones de la Fundació Alzina. Ahora será el juzgado quien dictamine si la orden de ejecución firmada por Torres es legalmente válida.

La reforma y mantenimiento del conjunto histórico que está incluido en el catálogo municipal ha sido una reivindicación histórica del Bloc. Desde el año 2008, los nacionalistas han instado en reiteradas ocasiones al Consistorio para que obliga a reformar Son Bordils y evitar así su pérdida.

El regidor nacionalista en el Ajuntament de Inca, Andreu Caballero, recordó que «hace más de tres años que pedimos una actuación en las casas de Son Bordils porque se trata de una posesión emblemática de la ciudad» y añadió que «las casas están en estado de ruina y una vez que caigan ya no habrá remedio».

La Fundació Alzina se creó en 1980 después del fallecimiento de la propietaria de Son Bordils, Antònia Alzina, que dejó las casas con la intención de que se construyera un geriátrico.