Los jóvenes acabaron en pocos minutos con siete toneladas de racimos de uva negra. | Nuria Rincón

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O e e, o a a/ sa vermada es/ lo millor que hi ha...». Los jóvenes de Binissalem lo tienen claro, ni los sopars a la fresca del resto de pueblos, ni el Embalat de Sencelles, ni siquiera la Tomatina de Bunyol. «Por mucho que nos quieran copiar», coreó ayer el dios Dionís desde el balcón consistorial. Después de doce meses de espera, la Vermada ya está aquí.

Cientos de jóvenes disfrutaron ayer a mediodía de la Batalla de Raïm de Binissalem, una fiesta ideada hace ahora doce años por el colectivo Joves des Trui, como alternativa «más fresca» a los actos institucionales de toda la vida, los que se celebran el último domingo de septiembre.

La batalla de racimos y el posterior Dinar de Trepitjadors cumplen doce años y lo hacen plenamente consolidados.

Cientos de binissalemers se concentraron ayer a las doce del mediodía a las puertas de la Casa Consistorial, donde la vermadora major, Xisca Morey, acompañada del resto de vermadores, lanzó el tradicional grito de «Visca sa Vermada» antes de dar paso a Dionís, el dios del vino, que reina en Binissalem este fin de semana.

«¿Estáis preparados para ir a la guerra? ¿Estáis preparados para luchar por la fiesta, por vuestro pueblo?», dijo Dionís, que tuvo un recuerdo especial para todos los que estos días no están bien, incluido el alcalde de Binissalem, Jeroni Salom, operado hace pocas semanas de una dolencia cardíaca, de quien dijo que «está un poco jorobado pero volverá».

Acabados los discursos, los ejércitos se desplazaron hasta un descampado situado junto al pabellón, donde se celebró la batalla campal.