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Uno de los episodios más importantes y dolorosos de la historia de la Part Forana permanece en el olvido. Les Germanies, la revuelta social que enfrentó entre 1521 y 1523 a miles de payeses y menestrales (agermanats) contra nobles y jerarquía eclesiástica (mascarats), no se tiene presente. Los agermanats, primero bajo las órdenes de Joan Crespí y después dirigidos por Joanot Colom, se sublevaron para obtener una reforma de la economía pública y la abolición de impuestos. Prácticamente toda la Part Forana, excepto Alcúdia y el Castillo del Santueri (Felanitx), apoyaron a los agermanats que pidieron la deposición del virrey Miquel de Gurrea.

Aunque fue una revuelta donde la Part Forana luchó por hacerse valer, a día de hoy pocos saben que las tierras que pisan fueron escenario de muertes salvajes. El pueblo no conserva ningún recuerdo en forma de canción o refrán que se refiera a la lucha, indicador del trauma que supuso para los vencidos. El historiadores Martí Canyelles asegura que «durante siglos se ha intentado rendir homenaje a los agermanats pero siempre acaba imponiéndose la visión vencedora».

Batallas

Pollença fue la primera en pagar las consecuencias de sublevarse contra el virrey de Gurrea, apoyado por las tropas de Carles I, quien quemó la Iglesia de Pollença donde murieron 200 personas entre mujeres y niños.

Asimismo, las marjals de sa Pobla fueron testigos de la masacre agermanada, primero en la batalla de Son Sabater y después en Son Fornari. Precisamente, en Son Fornari murieron cerca de 2.000 personas, lo que supuso la derrota de los hombres de Joanot Colom. Hasta hace poco una placa recordaba los incidentes, pero desapareció, como el resto de testigos de las Germanies. El fin de los agermanats se escribió en la batalla de Rafel Garcés, donde los vencidos fueron colgados en los almendros que presidían la zona.