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Sa Torre Cega es un enclave de visita obligatoria para todos los que aprecian el este de Mallorca. Los jardines de Bartomeu March que acompañan la torre, en Cala Rajada, son 40.000 metros de vegetación, esculturas y un paisaje encantador.

Desde mallorquines que recuerdan la última vez que estuvieron en la mansión, hasta turistas que pasan y se paran, los jardines de sa Torre Cega reciben 700 visitantes cada mes.

Los fuertes vendavales del invierno de 2001 marcaron un antes y un después en sa Torre Cega. Las visitas se tuvieron que suspender temporalmente y desde entonces, una parte de los terrenos permanecen todavía vallados.

Arte

Aun así, en sus jardines, restaurados hace un año, se pueden ver 41 esculturas y las marjades, las escaleras y los pasillos entre la vegetación impresionan a todos los visitante.

Los jardines tienen dos zonas diferenciadas: la parte de delante de la casa es más apolínea, con pasteras ordenadas y flores. En cambio, la parte de detrás de la casa es «más íntima y salvaje».

Catalina, una de las visitantes mallorquinas, preguntó al guía de la visita sobre la ausencia de los rosales que tenía Leonor Servera en las marjades que bordean las escaleras principales de la casa. Recordaba estas rosas de una ocasión en la que ya visitó sa Torre Cega, en 1970. Otro matrimonio evocó un piano de cola que el año pasado estaba en la casa, y hoy ya no esta.

Como dice Biel Sánchez, el guía, «sa Torre Cega no es un museo, puede cambiar cada día». En definitiva cualquier excusa es buena para apuntarse a una visita a sa Torre Cega.