La parte del paseo más próxima a la Platja d'en Repic presenta un estado lamentable. | Lluc Garcia

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Más de la mitad del futuro paseo marítimo del Través quedará esta Semana Santa como una auténtica «zona de guerra» y, lo que es más grave, la situación -si no se hace nada para que mejore- se mantendrá igual todo el verano, dado que no será hasta final de temporada, en octubre, que la demarcación de Costas retomará las obras de la primera línea.
El viernes, los trabajos se pararon en toda la zona para, tal y como estaba programado, «respetar» la temporada turística. Si bien el Ajuntament y algunos de los comerciantes abogaban para que las obras continuasen hasta principios de verano, a fin de que la zona quedara en mejores condiciones, los hoteleros pidieron que se detuvieran a partir del día 14 de abril. También lo solicitaron algunos comerciantes y restauradores de la primera línea y, en el ámbito municipal, la paralización fue defendida por la oposición (PP).
El hecho es que una parte del paseo, situada entre el puerto y el acceso a la urbanización del Través, ha quedado casi completamente pavimentada -salvo la franja más próxima al mar- y los comercios, los bares y los restaurantes que allí se ubican se consideran moderadamente satisfechos, además de entender que es una situación «temporal». En la otra mitad, sin embargo, la situación de cara a los negocios es muy negativa y «tercermundista», en una época del año en la que el Port de Sóller comienza a estar lleno de visitantes.
«Error»
La mayoría de los afectados por la situación admite ahora que «fue un error» dejar que las obras no continuasen hasta el verano para dejar esta parte, al menos, pavimentada. En todo caso, creen que, si se debían paralizar, «en ningún caso se puede dejar la zona en un estado tan lamentable» porque supone, además de una mala imagen, un peligro para los peatones. La mayoría de gente opta por circular sobre la vía del tranvía haciendo caso omiso de los carteles que lo prohiben, porque caminar por la calzada es prácticamente imposible.
Además, Costas ha cerrado el acceso al mar colocando una reja que separa el paseo del litoral, al que sólo se puede acceder por tres o cuatro puntos a lo largo de toda la primera línea. El problema se incrementa en un tramo por la necesidad de que circulen por el espacio disponible vehículos de residentes (ACIRE), bicicletas , el tranvía y los peatones.
Aunque el Ajuntament se mostró partidario de no parar ahora las obras, hay quien lamenta que «solamente haya tenido en cuenta los intereses de los hoteleros».