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La alarma surgió en Cala Pi. Los turistas y bañistas que diariamente acuden a esta cala de Llucmajor manifestaban su indignación por la presencia masiva de avispas. Los visitantes no podían comer en las terrazas de los hoteles y restaurantes por los molestos insectos. Tanto fue así que el Ajuntament se vio obligado a fumingar para acabar con ellos.

A partir de ahí, las quejas por la presencia de avispas se ha extendido a otras zonas de la Isla. No se trata de una plaga, pero sí que está llamando la atención la aparición en lugares que otros años por estas fechas no se detectaban o al menos no molestaban tanto.

Además de en Cala Pi, la excepcional presencia de avispas se ha detectado en la costa de Santanyí, así como en las montañas de Artà o en el foravila de Pollença o sa Pobla. En algunos hoteles, los vistantes han optado por no comer en las terrazas de los mismos, ya que las avispas constantemente intentan posarse en los alimentos.

Fruta y azúcares

El hotelero Jaime de Juan, hasta hace poco presidente de la asociación de hoteleros de s'Illot y Cala Moreia, corroborá la presencia masiva de avistas en la zona concreta de las montañas de Artà. «Este año está siendo horrible», afirma. Tanto que en algún restaurante se han visto obligados a colocar trampas, donde cada día caen en torno a 50 avispas en cada una.

«Es raro porque son zonas donde no hay aguas estancadas ni tampoco animales muertos. La verdad es que no pican, excepto si las coges», indica Jaime de Juan. «Es molesto porque en cuando ven el plato se lanzan». Otros años, constata, había pero no tantas como este verano.

En algunas zonas de la costa de Migjorn como en Santanyí también han molestado y en calas vírgenes del Llevant, los visitantes se han percatado de su presencia.

Salvo quejas puntuales en algunos hoteles, lo cierto es que las molestias no han llegado a las asociaciones de hoteleros de la Isla, según ha podido confirmar este diario.

Por su parte Guillem Pons Buades, profesor del departamento de Ciencias de la Tierra de la Universitat de les Illes Balears, señaló a Ultima Hora que en los ciclos biológicos de insectos como las avispas «no se producen aumentos exponenciales de su población entre un año y otro», y sí en cambio «una presencia más notable de estos animales en la parte más álgida de su vida, como son los meses de julio y agosto, en función de factores como que perciban que existe más alimento a su alcance, notablemente los restos de fruta que los humanos consumimos en esesas fechas».

Para el profesor Pons, «en esas circunstancias de la cadena alimenticia veraniega podemos percibir una mayor presencia de avispas, y es una cuestión real, pero su población en el territorio no se ha multiplicado sino que ha podido aumentar ligeramente por su mejor alimentación previa de larvas con un invierno húmedo, y ahora con nuestra importante ingesta de productos azucarados».