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Se hicieron esperar algo más que de costumbre pero al final cumplieron su promesa: «Habemus Patos». Entre uno y ocho patos de carne y hueso -según fuentes policiales y fuentes próximas a los enmascarados- se colaron ayer pasadas las 12, 15 horas del mediodía en la suelta oficial de patitos de goma de Can Picafort.

Pato al agua y ni rastro de los enmascarados en medio de un despliegue policial sin precedentes. La patrulla subacuática de la Guardia Civil se desplazó ayer por primera vez a aguas de Can Picafort para intentar impedir la suelta ilegal. Hasta allí se desplazaron cuatro miembros de los GEAS coordinados desde tierra con el Seprona, la patrullera de Medi Ambient que habitualmente vigila el Parc Natural de Llevant y 12 efectivos de la Policía Local.

Por no hablar de las dos pasadas que realizaron helicópteros del 112 y de vigilancia de incendios que dieron mucho que hablar, aunque posiblemente no tuvieran que ver con la suelta.

Hubo fuerte vigilancia en los puertos de Alcúdia, Can Picafort y Son Serra de Marina desde primera hora de la mañana para impedir el embarque de patos vivos a bordo de zodiacs, barcas y motos acuáticas, pero ninguna medida preventiva consiguió impedir la suelta.

Máscaras

«Al principio me he visto sorprendido porque pensaba que estaba el Fortuna con la Familia Real a bordo», dijo ayer el regidor de Fiestas, Nofre Plomer, en clara alusión a las patrullas de vigilancia. Al reparto habitual de máscaras en tierra se le sumó este año una fuerte traca, todo con el objetivo de desviar las miradas. Entre las barcas, poco a poco, asomaba su cabeza un pequeño pato que logró alcanzar la costa, donde ya rodeado, fue capturado por uno de los asistentes al acto. Visto y no visto, en menos de un minuto el pato de carne y hueso estaba oculto cuidadosamente bajo la camiseta de su captor. En tierra, miles de personas alzaban sus patos de goma para participar en el gran sorteo de premios de la suelta oficial. Manu, el speaker habitual de la fiesta, se encargaba de levantar los ánimos mientras los partidarios de las aves vivas celebraban a pocos metros la «treta». Abrazos, gritos de júbilo y baile de cifras en un núcleo que se niega a renunciar a una suelta prohibida expresamente por ley al no haber podido justificar que tiene una antigüedad de 100 años.

La Sociedad Protectora de Animales y Plantas y los animalistas de Baldea volvieron a denunciar los hechos al acabar la suelta ante la Guardia Civil.