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En el transcurso de esta semana que hoy languidece la Fiscalía Anticorrupción ha solicitado el archivo de la última de las siete querellas que el alcalde de Calvià, Carlos Delgado (PP), y personas cercanas a su entorno interpusieron contra la ex alcaldesa calvianera Margarita Nájera. Principalmente durante la última legislatura de ésta frente al Consistorio, la 1999-2003.
Con el archivo de esta última demanda (la referida a la compra en el 2000 de un solar por parte del ex marido de Nájera al ex recaudador municipal, Jaume Riera) se pone fin a una escalada de interposición de querellas que, si bien ha resultado un fracaso desde el punto de vista judicial, sí le proporcionaron en su momento a Carlos Delgado excelentes réditos electorales.
El actual alcalde de Calvià pasará a la historia como el precursor en Baleares de lo que se ha dado a llamar la «judicialización de la vida política», y que en su caso contribuyó a allanarle el camino hacia la Alcaldía.
Durante casi 20 años, el PP-Calvià quedó relegado al ostracismo contemplando impotente victoria tras victoria de un PSOE local ideado a imagen y semejanza de una omnipresente -y en aquel entonces, casi omnipotente- Margarita Nájera.
Sin embargo, paradójicamente, fue a lo largo de la legislatura del primer Pacte de Progrés cuando la suerte del partido conservador empezó a cambiar a raíz de irrupción de un joven abogado llamado Carlos Delgado Truyols.
Pese a que entonces aún no había popularizado su manera de hacer «sin complejos», no tuvo miramiento ni piedad alguna en fustigar a Margarita Nájera con métodos hasta entonces desconocidos en la práctica de la oposición política.
Querella que algo queda
Delgado manejó con maestría sus múltiples y buenas influencias tanto en el ámbito político como empresarial. Se procuró la cobertura mediática de sus acciones de acoso y derribo al régimen socialista de Calvià. Pero, sobre todo, supo sacar partido a la vía judicial para coser a querellas a Nájera que, con independencia de prosperar o no, fueron socavando la credibilidad de la alcaldesa y laminando su persona ante la ciudadanía.
De esta manera, bajo al premisa del «calumnia que algo queda» en su versión ad-hoc de «querella que algo queda», Delgado logró en 2003 acabar con la hegemonía socialista sacando un concejal más que la candidatura encabezada por Margarita Nájera y consiguiendo el necesario apoyo de UM para formar gobierno.
A la hora de formalizar el pacto con UM también planeó sobre la mesa de negociaciones la sombra de duda sembrada sobre Nájera a base de querellas. Finalmente, UM, que basó su campaña electoral en la necesidad de un cambio al frente de la Alcaldía, brindó su apoyo a Delgado. A partir de ahí, el resto ya es historia.