Familias enteras subieron a pie hasta el santuario y disfrutaron del sol y de la compañía de sus vecinos. | Joan Sitges

TW
0

Prácticamente todos los santjoaners abandonaron ayer sus casas y fijaron su rumbo hacia el cercano santuario de Consolació. Y es que el cuarto domingo de Cuaresma, todo el pueblo tiene una cita ineludible: la popular fiesta del 'Pa i el Peix'. La jornada, que se celebra desde 1662, recuerda el milagro de la multiplicación de los panes y los peces y, además, sirve para recordar cómo un pastor descubrió la talla de la Virgen que preside el oratorio.
A partir de las diez y media de la mañana, centenares de vecinos se encaminaron hacia Consolació acompañados de los xeremiers y flabiolers de Sant Joan. Y sobre las once, se celebró el tradicional oficio que llenó hasta los topes la pequeña ermita y la explanada que le da acceso. Pero fue durante la ofrenda floral y la posterior adoración a la Mare de Déu de Consolació que los santjoaners volvieron a familiarizarse con uno de los ingredientes genuinos de la fiesta. Se trata de las conocidas coquetes que se llaman así desde hace 227 años. Las coquetes, que se elaboran en el Convent, son unas galletas hechas de harina y agua que llevan dibujados cinco panes y dos peces cada una. Se trata de la representación del milagro de la multiplicación de los panes y los peces, un pasaje evangélico que tradicionalmente se leía durante el Quart Diumenge y que aún se sigue leyendo en Consolació .
Y una vez acabada la adoración, los asistentes se prepararon para bailar y cantar al son de las xeremies, flabiols, guitarrons y castanyetes, que amenizaron con su música la esplanada de Consolació durante toda la jornada.