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El semicírculo de cámaras de televisión y fotográficas se había formado ya cuatro veces, en previsión de que abandonasen la prisión de Palma sus dos internos más noticiables del día y el momento pudiera ser captado como corresponde. Fue a la quinta, recién pasadas las 16,30 de ayer, cuando Eugenio Hidalgo y Jaime Gibert, cargados con voluminosas bolsas de plástico para sus enseres personales, salieron por la puerta principal de la cárcel palmesana, donde habían ingresado el 30 de noviembre.

Esa liturgia matinal no se salió ni un ápice del guión previsto. Mínima estancia ante el juez, breve paso a seguido en los calabozos del edificio judicial y vuelta a la cárcel, como si el rito y los viajes en vehículo celular se fueran a cumplir a menudo.

Era la segunda vez en la misma jornada que Eugenio Hidalgo, ex alcalde de Andratx, dejaba atrás el centro penitenciario. A primera hora de la mañana, prestó declaración sobre una presunta irregularidad urbanística en el municipio que presidía hasta hace poco, aunque fuera de las principales imputaciones que se le hacen en la «operación Voramar».

Pero en en cuestión de minutos se supo que quedaban establecidas fianzas para la libertad con cargos de Hidalgo y Gibert. Siendo las once de la mañana, pareció claro que ya no dormirían en el presidio.

El zaguán del centro penitenciario de Palma quedó convertido en menos de una hora en sala de espera y estación de trabajo de los medios de comunicación. Ni sombra de duda sobre la presentación de los avales para constituir las fianzas de los todavía reclusos Eugenio Hidalgo y Jaume Gibert.

Sólo era incierto el momento de la salida porque, por no faltar en la tópica jornada de excarcelación de los protagonistas de la «operación Voramar», ni siquiera faltó el visitante que se dirigió a los periodistas con el «¡Sois carroña!». Su esposa le urgió a que cesase con los improperios, pero no había lugar a la batalla. A los representantes de los medios informativos les quedaban horas a la intemperie y todas sus energías para buscar un alma cándida que acercase un bocadillo.