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JOAN RIERA
Santa Ponça, situada en la punta occidental de Mallorca y uno de los lugares más emblemáticos de la isla de de la Conquista, ha padecido en las últimas décadas una brutal expansión urbanística que ha hecho desaparecer los parajes naturales por las constantes promociones urbanísticas de la familia Nigorra. Desde las cercanías del Puig de Saragossa, que casi linda con Magalluf, hasta el mismo club náutico de Santa Ponça, se extiende una enorme alfombra de urbanizaciones, chalets, poblados mediterráneos y apartamentos, una masificiación encubierta vendida a precio de lujo a través de la antigua constructora Imisa y la actual Habitat Club Santa Ponça, propiedad de la familia Nigorra. En conjunto, millones de metros cuadrados urbanizados en un imparable negocio basado en el desenfrenado consumo de territorio, la destrucción del medio natural y, en definitiva, la saturación de una de las más hermosas zonas de Mallorca.

El Crédito
El desembarco de Santa Ponça no fue una idea de la familia Nigorra (originaria de Santanyí, donde también construyen). Todo empieza cuando en 1953, en pleno franquismo, el patriarca, Juan Nigorra Reynés, se hace con el control del Banco de Crédito Balear cuando todavía estaba bajo la tutela y control del Banco de España después de su espectacular suspensión de pagos de 1934. Aquel año, su director de oficinas, José María Mádico, se suicidó en París. Poco antes Es Crédit había comprado terrenos en Santa Ponça intuyendo un futuro turístico se vio truncado por la Guerra Civil. Es Crèdit se hundió arrastrado por el crack del 29, cuya génesis en Estados Unidos fue la especulación generada a raíz de la parcelación y la compra-venta de terrenos en Florida.

Pero los tiempos cambian. En los años 60 Juan Nigorra Reynés consigue deshacerse del control del Banco de España y lanza a toda vela la constructora Imisa en Santa Ponça levantando dos campos de golf y proyectando una macrourbanización sobre una loma, conocida popularmente como s'ensaimada por su esperpéntica forma.

En 1970 le sucede su hijo Miguel Nigorra Oliver, registrador de la propiedad hasta su jubilación el 28 de julio de 1999. Miguel Nigorra se mueve como pez en el agua con los últimos alcaldes del régimen anterior, Joan Terrassa i Nicolau Morell Cotoner. Nacen nuevos proyectos, como la construcción de chalets, edificaciones y el club náutico. Imisa, participada por el Banco, avanza imparable y se convierte en un formidable negocio a base de consumir más y más territorio y vender Santa Ponça al mejor postor.

Con la llegada de los ayuntamientos democráticos las inversiones de Imisa no sólo no se detienen, sino que crecen. A lo largo de los años se han sucedido las urbanizaciones «exclusivas» en la misma i machacada zona: Nova Santa Ponça, Las Abubillas, Los Pámpanos, Lomas de Santa Ponça, Porto Golf... Diferentes nombres para un mismo estilo: hormigón muy caro y nombres estrafalarios, ajenos a la cultura y personalidad mallorquinas. Los Nigorra buscan clientes de alto standing, i para ello utilizan a vendedores de lujo, como la aristócrata Brigitte de Suecia, que tiene su propia página web en inglés y alemán. No era extraño, hace pocos años, que por una construcción de 83 metros Brigitte pidiese al cliente más de cincuenta millones de pesetas, eso sí, no lejos de un campo de golf. Cuando se trata de una casa más lujosa, «Brigitte se sube a la parra».

La Ciudad del Golf
La gran obsesión de Miguel Nigorra Oliver es la construcción de la Ciudad del Golf, con la mayor concentración de campos y hoyos de toda Europa rodeado de miles de plazas residenciales. Se trata de un negocio que «entre las promociones urbanísticas y la organización de viajes para vips podría rondar el billón de pesetas», según comentaba el propio entorno de los Nigorra a principios de los años noventa. Era de tal gigantismo que se hizo inaceptable en su totalidad para el equipo municipal socialista. El julio de 1988 los Nigorra consiguieron que el entonces alcalde Paco Obrador aprobase el plan parcial del Golf Santa Ponça, con notables limitaciones respecto a las aspiraciones de la familia promotora y en un ambiente de gran tensión política.

Además, la llegada al poder en 1991 de Margarita Nájera avivó el mal ambiente los familia Nigorra, que veían parada su Ciudad del Golf en toda la dimensión que esperaban conseguir.

En este contexto, y en circunstancias nunca aclaradas del todo, en 1992 estalló el caso Calvià, un intento de soborno del concejal socialista José Miguel Campos, que provocó una crisis de enormes proporciones en el PP.

La familia Nigorra no pudo acabar su Ciudad del Golf tal y como la tenía proyectada (siguen a la espera de poder levantar otros dos o tres campos), pero continuaron construyendo, promoviendo y vendiendo inmuebles en Santa Ponça, siempre teniendo problemas con Nájera y su equipo municipal.

Al tiempo, la fuerza de Miguel Nigorra dentro del Banco de Crédito Balear es cada vez menor. De hecho, el Crédito es una filial del Banco Popular desde 1966, y en la actualidad, aunque Nigorra ostenta la presidencia, su peso es más formal que real en la conducción de la entidad, controlada y dirigida desde Madrid. En septiembre de 1998 Inmuebles y Materiales Industriales SA (Imisa) se desliga del Banco de Crédito Balear y queda bajo control exclusivo los Nigorra, los cuales, pocos años después, trasladan los activos a la sociedad Hábitat Golf Santa Ponsa, con la que operan en la actualidad. Esta operación causó sorpresa en su momento porque Es Crèdit se desprendía de una de sus más importantes activos y en principio no anunciaba nada bueno para la filial mallorquina del Banco Popular.

Delgado
La noche del 23 de mayo del 2003 hubo fiesta grande en casa Nigorra. El popular Carlos Delgado, abogado y antiguo director general del Patrimonio del Govern Matas, seria el nuevo alcalde. Semanas después se produjo la toma de posesión. Tras el acto oficial, el nuevo alcalde y los concejales del PP bajaron al restaurante Ses Forquetes, situado en el mismo edificio municipal. Allí se encontraban Miguel Nigorra y su esposa, Corona Cobián, saludando a todos los presentes. Uno de los primeros decretos de Delgado, aquel verano del 2003, fue permitir la instalación de las tuberías de los campos de Golf que la familia Nigorra tiene pendientes de construcción.