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LUIS PLANAS La intención de un grupo de cellers de pedir a la Conselleria d'Agricultura la creación de una indicación geográfica protegida para poder etiquetar con el topónimo «Illa de Mallorca» sus botellas puede perjudicar comercialmente a las bodegas que están adscritas actualmente a los consejos reguladores de las denominaciones de origen existentes (Binissalem y Pla i Llevant de Mallorca) que hasta ahora son los únicos que lo pueden hacer.

Aunque afirmó no conocer realmente las intenciones de estos cellers, el responsable del consejo regulador de la denominación de origen de Binissalem, Josep Carretero, afirmó ayer que «querer utilizar el nombre de Mallorca para vender más vino no parece correcto». «Nosotros lo empezamos a hacer cuando se creó la denominación de origen del Pla i Llevant de Mallorca», agregó.

Además, Josep Carretero considera que «la Isla de Mallorca no se considera por sí misma una zona vinícola, no se puede meter todo en el mismo saco porque las zonas de prestigio están determinadas y coinciden con las zonas de las dos denominaciones de origen».

La creación de una indicación geográfica protegida para la Isla permitiría utilizar este topónimo como reclamo comercial. Además, esta nueva indicación geográfica estaría regulada por la Administración aunque con unos parámetros menos estrictos que los establecidos por los consejos reguladores.