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El aumento de familias magrebíes en el municipio de Manacor está provocando una serie de dificultades a la hora de poder integrar estas personas en la sociedad manacorina, según se desprende de un informe emitido por el Ajuntament de Manacor. En el año 1999, el perfil del inmigrante norteafricano en el municipio de Manacor era, principalmente, de varones que vivían solos o en compañía de otros varones y que se dedicaban al sector agrícola o de la construcción. Ahora, en cambio, se encuentran familias enteras, formadas por el padre, la madre y los hijos.

La demanda de los primeros inmigrantes de reunirse con sus familias y pasar a formar parte de la sociedad manacorina ha provocado una fisonomía social de núcleos familiares interrelacionados. En estos momentos, se contabilizan unas 70 familias. Este hecho ha desviado un problema que antes se refería a la figura del inmigrante en solitario, a otro más complejo, el de las unidades familiares (atención sanitaria a la mujer, sobre todo con lo referente al aspecto ginecológico y de seguimiento de embarazos, vacunaciones infantiles, dificultades idiomáticas, educativas, de escolarización, etc).

El primer problema que se encuentran los inmigrantes cuando llegan al municipio de Manacor es el de encontrar una vivienda. Esto provoca que en una misma casa se hacinen muchas familias. El segundo problema es la integración lingüística de los adultos. Éste no es el caso de los niños, que tienen mucha más facilidad que sus padres para adaptarse a las normas culturales y a la lengua.

Lo que sí les cuesta a los más pequeños es adoptar el hábito de la escolarización. La mayor parte de estos niños no ha asistido nunca a la escuela en su país de origen y cuando llega a Europa y se encuentra con la escolarización obligatoria, se les crea un conflicto cultural. En Manacor existen niños de hasta 9 años que nunca han sido escolarizados. Por su parte, la comunidad magrebí pide mayor tolerancia con sus costumbres.