Barrios de Palma

El estigma de Corea: okupación, inseguridad, miedo y dejadez en un 'punto negro' de Palma

Los bloques de viviendas son un histórico quebradero de cabeza para los vecinos de Camp Redó y las instituciones

Imagen de varios de los bloques de la zona conocida como Corea

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No pasan inadvertidos y forman parte inseparable del paisaje de Palma. Pero también de la red de 'puntos negros' de la ciudad, pese a que buena parte de sus residentes pelea, de la misma manera que los vecinos de Camp Redó y las instituciones, por abandonar el estigma que persigue a Corea. Ese punto, esa conjunción de bloques de viviendas a caballo entre las calles General Riera y Cotlliure, han sido un foco de inquietud, denuncias y problemas que no parecen tener solución.

Levantados a mediados de la década de los 50 del pasado siglo -entre 1954 y 1955- en lo que eran unos terrenos rurales en la periferia de Palma, bajo la autoría y el paraguas de la Obra Sindical del Hogar, fueron un emblema del barrio obrero que fue creciendo en su entorno, aunque el paso de las décadas y la llegada de nuevos perfiles a sus habitáculos hizo que su imagen se deteriorara.

Esa dejadez sigue patente y queda patente en algunos de los bloques, que muestran un estado de deterioro notable, víctimas de la actitud de sus residentes y también de un fenómeno que se ha instalado allí de una manera importante: la okupación. Pese a la lucha por parte del Ajuntament de Palma y los esfuerzos por intentar cambiar el rostro de ese rincón de la extensa barriada de Camp Redó, la vida parece seguir igual, especialmente en el perímetro que nos atañe.

Edificios en estado deplorable, suciedad amontonado en los patios y pasajes interiores, la sombra del narcotráfico planeando de forma perenne... el miedo sigue presente de alguna manera por esa zona, a la que algunos vecinos del barrio no quieren acceder para no ser identificados o señalados por sus habitantes, que vigilan de manera atenta a cualquier extraño que se adentra en su territorio.

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El estado de las viviendas deja patente esa okupación que forma parte inseparable del día a día y la realidad de Corea, centrada en el territorio más hostil de los bloques, donde sus residentes parecen no preocuparse por las condiciones en las que habitan y han convertido esas manzanas en su fortín, controlando el tráfico de personas que entran dentro de ese juego.

El incivismo queda patente en la suciedad que resulta visible por todo el perímetro de los bloques más alejados de General Riera, donde los 'parches' y construcciones añadidas a los bloques originales contrastan con el cuidado y esmero que al otro lado algunos de los vecinos de Corea, un nombre, una marca que molesta a quienes intentan dignificar la zona, ponen para que sus viviendas y patios muestren un aspecto más que decente, lejos del desastre del espacio que linda con Cotlliure.

A pocos metros, una dotación permanente de la Policía Local (cerca está la comisaría de la Nacional de s'Esxorxador) parece no intimidar a quienes campan a sus anchas por Corea, donde fiestas y eventos ilegales se han organizado ante la atónita mirada del resto del vecindario, que lleva años esperando una solución definitiva que empieza por cambiar la cada vez más cochambrosa imagen de las viviendas.

Los vecinos de Corea, los de toda la vida o quienes buscan o intentan dignificarla, se muestran desazonados al ver que pasan los años y todo sigue como siempre. «O peor», asegura uno de ellos, que lamenta que «sólo se acuerden de nosotros cuando hay elecciones».