Gènova, la periferia artística de Palma donde las mujeres conducían y fumaban

El próximo sábado el escritor Marcos Augusto hablará de este barrio artístico

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Las malas lenguas decían que hace justo un siglo en Gènova había mujeres que conducían coches y fumaban en la calle. Este barrio presume de estar en la periferia del municipio, una situación geográfica que parece que ha incidido en sus vecinos más insignes, situados en los límites de la creatividad. Una periferia artística que atraía a los outsiders, a los escritores y a los poetas más experimentales.

Marcos Augusto, escritor y ex director general de Promoción Cultural del Ajuntament de Palma durante la legislatura anterior, es vecino de Gènova y es un profundo conocedor del panorama artístico de este barrio con vocación de pueblo alternativo. El próximo sábado, con motivo de la celebración de Art Summer, el escritor y colaborador de Ultima Hora impartirá, a las 18.00 horas, en el Llar de la 3ª Edat una conferencia sobre el territorio creativo de Gènova. «Se ha hablado mucho del centro de Palma, pero Gènova no es un lugar geográfico. Es una historia construida a medias. Un lugar que atrae a los artistas porque hay libertad para cultivar cierta literatura», explica Augusto, que reconoce que no hay tanta investigación sobre esta faceta artística como sí la hay sobre El Terreno o La Bonanova.

Y Augusto cita a Llorenç Villalonga, en cuyas novelas Bearn o Mort de dama «menciona, a las afueras, un asentamiento como Gènova que se enfrentan al centro, más conservador y que, como él decía, estaba repleto de canonges i moixos». Esa libertad tan exótica hace un siglo, convertida en la comidilla de una Ciutat más tradicional. En las casas de veraneo se congregan extranjeros, se sirven cócteles, se celebran fiestas.

Otra obra en la que Gènova dejó su huella: La isla del segundo rostro, una biografía del escritor alemán Albert Vigoleis Thelen, que huía del nazismo. «Estaban las fiestas de Natasha Rambova, la mujer de Rodolfo Valentino. Los apellidos extranjeros dan nombre a las viviendas, como Casa Waters o Casa Ketchum, sobre las que circulaban historias en el barrio», dice Augusto que le contaba su abuela.

Esa vanguardia literaria periférica también la resalta Jacobo Sureda, autor del poemario El prestidigitador de los cinco sentidos, propietario de Cas Apotecari, amigo de Villalonga. Albert Camus cita a este barrio y Joan Alcover acude allí a pasar unos días. Guillem Cabrer es propietario de una de las grandes casas del barrio. Y en los 70, Es Pou Nou (la actual Sa Ximbomba), impulsado por Climent Picornell y Guillem Frontera, acogió la primera exposición de un tal Miquel Barceló.