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Tirador se prepara para renacer como un gran parque

Los vecinos del Fortí aplauden el impulso a esta zona verde planificada hace más de un siglo

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Las pistas del Velódromo de Tirador, muy degradadas pero aún en pie, son un testigo silencioso de la transformación de Palma a lo largo del tiempo, tanto a nivel urbanístico como social. Cuando se derribaron las murallas de Palma a principios del siglo XX, esta zona de lo que ahora es el Fortí ya se conocía como Tirador; al parecer, porque hubo antaño aquí una zona abierta dedicada a prácticas de tiro.

Hace más de 120 años que los planes urbanísticos de Palma, desde el Plan Calvet, hablan de crear una zona verde en este rincón de la ciudad. Un desarrollo que nunca se materializó y que ha convertido este punto en toda una anomalía en el corazón de Palma: una importante extensión sin uso y tomada por la maleza tan cerca de las Avenidas.

En 1903 la sociedad Veloz Sport Balear, tras adquirir los terrenos, inauguró aquí un velódromo que alcanzaría fama internacional. Después vino el Canódromo, convertido en parque en 2022 como primera fase del proyecto de la Falca Verda. Quedó pendiente una segunda parte que, tras unos años sin noticias, por fin se ha reactivado. El Ajuntament adjudicó el pasado abril la redacción del proyecto al equipo de arquitectas que forman Isabel Bennàsar y Corina Dindareanu.

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Dos pasarelas unirán Tirador y el parque del Canódromo.

Cort se prepara ahora para un proceso que supondrá abrir vías de participación con vecinos de los barrios del entorno y la UIB (por contar con instalaciones en el edificio de la Riera, junto al instituto). «El alcalde me transmitió que nos convocarán para que opinemos sobre el proyecto. Lo interesante es poder aportar antes de que se haga», dice el presidente de la asociación de Es Fortí, Salvador Maimó.

Los vecinos confían en que ponerse manos a la obra con la transformación de este espacio evitará problemas de incivismo como los que han sufrido en los últimos años. La idea es que se convierta en una zona de paseo que funcionará como pulmón verde, y que mejorará la conexión de los barrios con la construcción de dos puentes. Serán dos pasarelas peatonales que cruzarán sobre el torrent de Sa Riera hacia el Canódromo y la calle Carles I.

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El Velódromo que estuvo a punto de desaparecer

Además, el proyecto incluye la rehabilitación del Velódromo de Tirador, cerrado desde hace más de 50 años, y su integración en el parque. La intervención deberá poner en valor este patrimonio histórico y deportivo, que ya no acogerá más competiciones de ciclismo pero al que se buscarán otros usos. Un legado que, hace no tanto, estuvo muy cerca de desaparecer.

Así lo cuenta el historiador Manuel García Gargallo, que fue quien incitó al Ajuntament a catalogar el Velódromo. «Es un fósil único a nivel mundial. Pensé que ahí había una mina, que tenía algo que valía la pena. Vi una mezcla de desconocimiento y dejadez, y eso me desesperaba un poco», rememora. Porque aunque muchos de sus vecinos actuales lo desconocen, Tirador fue el velódromo de referencia en España durante décadas.

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«Parece que la modernidad llegó a Mallorca con el turismo, que antes no había nada y eran todo cuatro piedras, que pasamos directamente del siglo XV al siglo XXI gracias al turismo. Pero lo primero que puso a Mallorca en el mapa del mundo fue el ciclismo, gracias a los ciclistas que vinieron a Tirador a competir», resalta García.

Al final de su vida la pista entró en decadencia y en 1973 se cerró definitivamente. En los ochenta quedó tristemente reducida a un aparcamiento para los coches de los socios que aún quedaban en Veloz Sport Balear. En 2001 el Ajuntament aprobó expropiar el terreno para la Falca Verda. A diferencia del plan actual, el diseño del parque iba a borrar todo rastro del velódromo, pero el proyecto se retrasó lo suficiente para que el recuerdo de esta actividad deportiva se salvara.

En 2016 García solicitaba la catalogación y al año siguiente el Ajuntament modificaba sus planes. Por ello, el historiador no esconde su ilusión por un proyecto que, después de todas sus andanzas, siente un poco como propio, y tiene alguna petición para el Ajuntament: «Me gusta porque respeta lo fundamental, conserva el chalet y la pista. Propondría que se ponga una escultura de una bicicleta, para que la gente más despistada o más joven sepa que aquí estuvo el velódromo, y que fue uno de los más importantes del mundo».