CONFLICTO

Temor en los asentamientos chabolistas de Palma: «Los argelinos vienen a robarnos»

La presencia de jóvenes inmigrantes del país norteafricano asaltando los poblados general inquetud y miedo entre sus residentes

Imagen de uno de los asentamientos próximos a Can Valero. | F.F.

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Los asentamientos chabolistas y de personas sin hogar que se reparten a lo largo de diferentes puntos de la periferia de Palma no son un enclave seguro. Algunos de sus ocupantes han alzado la voz de alarma al detectar la presencia de jóvenes norteafricanos, a los que identifican por su acento e idioma como argelinos, llevando a cabo robos dentro de las tiendas de campaña y barracas.

Aprovechan las horas en las que muchos de sus moradores salen a trabajar o a buscarse la vida recogiendo chatarra, cartones o garrafas para aparecer allí y apoderarse de todo lo que sea de valor, sin miedo al enfrentamiento. Al margen de teléfonos móviles, dinero o elementos tecnológicos, algo que llama la atención es su fijación por la ropa.

«Vino un grupo de ellos -en referencia a los argelinos-, nos quitaron la ropa, se la pusieron y se fueron por la calle, andando con ella, chuleándonos además», explican dos ciudadanos de origen marroquí que llevan años viviendo y trabajando en Mallorca, y que se han instalado en uno de esos asentamientos, donde gracias a una placa solar pueden captar energía con la que cargar sus dispositivos.

«Los argelinos vienen a robarnos, pero cuando llamamos a la Policía, dicen que no pueden hacer nada», relatan, asegurando que no se marchan tranquilos a trabajar o a comprar por temor a volver y ver cómo han sido asaltados. «Hay que ser miserable para robar a gente que no tiene casi nada», añaden, reclamando que la ley sea más dura «con los que vienen a España a robar. Nosotros hemos trabajado y esperamos que nos llamen para hacer la temporada, pero no somos ladrones ni malas personas», refieren dos sintecho que viven en las proximidades de Can Valero.

Recuerdan que, en uno de esos episodios, se llegó a las manos y hubo violencia. «Nos tenemos que defender, y los que estamos por aquí cerca lo hicimos, porque son violentos. Les detienen, pero en unas horas vuelven a estar en la calle», lamentan los residentes, que temen nuevos asaltos pero están dispuestos a plantarles cara.