Marisa Bonache, presidenta de la Asociación de Vecinos de Son Rapinya, encabeza a un colectivo que reúne a unos 400 socios, aunque realmente son unas 150 las personas y familias implicadas en las actividades dentro de una barriada en el que los problemas de seguridad han pasado a un segundo término, contando con un Policía de Barrio que, aseguran, resulta insuficiente por su amplio radio de cobertura.
Historia
La iglesia parroquial de Son Rapinya, que data del siglo XIX, es uno de los testimonios de la historia de la zona, que décadas atrás creció con la llegada de población obrera, a la par que la zona de Los Almendros y sus características viviendas, parte de la personalidad del barrio, en el que nuevos vecinos alteran la imagen de la zona antigua con nuevas construcciones que rompen con el estilo tradicional.
Bien comunicado, con parada de taxis y las líneas 7 y 36 de la EMT ofreciendo servicio, uno de los hándicaps que denuncian los vecinos es la saturación del centro de salud (Son Serra-La Vileta), debido al crecimiento poblacional de la zona.
La presencia y labor de Emaya es valorada, de la misma manera que intervenciones como la realizada en la Plaça Rector Francesc Adrover ‘Tío Paco’ para evitar peligros con las ramas de los árboles que podían caer o las que se colaban en las viviendas de los vecinos de ese rincón pegado al Camí de Son Rapinya.
Tráfico
Pero, sin duda, el gran dolor de cabeza de Son Rapinya lo concentra ell elevado volumen de tráfico, especialmente en los horarios escolares, que soporta la calle principal y las nuevas circunvalaciones. Eso complica la movilidad de los vecinos, a lo que se suma el paso de los residentes en Son Vida o los que acuden a campos de golf próximos a jugar.
Todo ello se refleja también en un asunto que no es nuevo en Palma como es el del aparcamiento, insuficiente, al igual que dicen que las frecuencias nocturnas de la EMT, que reclaman con mayor incidencia especialmente en los meses de verano, para cubrir a los trabajadores de la hostelería.
Peticiones
Una demanda histórica saldada fue la compra de la finca de Son Quint, aunque lamentan no poder hacer uso del polideportivo Joan Seguí, una instalación reivindicada en su día por los vecinos, al igual que la instalación de su parqué, como recuerda Bonache. «Los servicios no crecen al nivel de la población», asegura la presidenta de la Asociación de Vecinos de Son Rapinya, quien deja claro que es «un barrio tranquilo, no hay problemas de inseguridad», aunque apunta que, en verano, durante las fiestas de la barriada «cuesta que la Policía Local venga cuando les llamamos». La portavoz del colectivo, además, se muestra preocupada y triste por las nuevas construcciones y el estado de algunas zonas en las que, por ejemplo, algunos muros caen por falta de mantenimiento. «El contraste entre las plantas bajas y las casas de los vecinos de toda la vida es muy fuerte. Las nuevas construcciones no respetan nuestro paisaje y eso hace que la imagen sea más chocante y los vecinos de toda la vida veamos un cambio que resulta hasta doloroso», explica Marisa Bonache durante un largo paseo por el barrio y esas calles con solera.
3 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Que sigan carretera arriba y verán que en la vecina Son Vida hay mucha oferta a buen precio.
Té la mateixa problemàtica que la resta de Balears, sofreixen esppeculació immobiliària i saturació derivada del monocultiu turístic de masses
Son Rapinya es lo que es gracias a los colegios y esas construcciones modernas de la que se quejan.