Barrios de Palma

Molinos en ruinas, casas abandonadas, grafitis y suciedad: La otra cara de un rincón histórico

Las actuaciones de Emaya y la lucha de los vecinos no impiden que el incivismo se cebe con es Jonquet

Dos de los molinos de es Jonquet, en mal estado de conversación | Foto: F.F.

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Declarado como Bien de Interés Cultural en 2009, con el rango de conjunto histórico, el barrio palmesano de es Jonquet se enfrenta a diferentes retos de cara a su futuro, aunque el peso patrimonial que atesora y su conservación son, sin duda, preocupaciones que asaltan a los vecinos, cansados de otras problemáticas como los ruidos o, más recientemente, la okupación, que se ha dejado ver en episodios esporádicos, cebándose con casas abandonadas o a la espera de reforma que se ubican en sus estrechas calles y cuya imagen muestra una postal que dista años luz de aquellos años en los que la vida brotaba en sus calles, pese a que numerosos residentes, de los que cada vez quedan menos mallorquines, pelean por mantener.

Pero si algo define a es Jonquet son sus emblemáticos molinos de viento harineros, de los que quedan cinco en pie de los siete originales, aunque algunos de ellos amenazan ruina y muestran un estado preocupante. Incluso uno de ellos, el Molí d'en Garleta, destinado a centro de interpretación bajo el nombre de Museu dels Molins, víctima del desgaste, pero también del incivismo que invade el barrio.

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Porque los grafitis se han apoderado de sus paredes, además de otros rincones de es Jonquet, donde las intervenciones por parte de Emaya para limpiarlos, de la misma manera que para despejar de basura y residuos las calles, no evita que los incívicos dañen la imagen de un escenario que sigue siendo paso obligado para muchos turistas, cautivados por las espectaculares vistas que ofrece desde un mirador privilegiado hacia la bahía de Palma.

La proximidad de una zona de ocio de referencia, pero a la vez problemática como es Santa Catalina, ha llevado consigo que algunos de sus clientes no tengan reparos en atacar de diferentes maneras la vía pública. Restos de orina, bebida y demás en sus calles, o en elementos incluso protegidos como Els Rentadors, han agotado la paciencia de los residentes, que con pancartas en sus balcones y ventanas muestran su enfado.