Imagen actual del velódromo del Tirador. | Jaume Morey

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En el barrio palmesano de es Fortí, entre las calles Jesús y Miquel dels Sants Oliver, languidece un trozo de la historia deportiva y social de Palma: el velódromo del Tirador. Este espacio duerme el sueño de los justos, abandonado a su suerte por los diferentes gobiernos municipales que se han sucedido en el Ajuntament desde 1973, fecha en la que se clausuró definitivamente. Entre el olvido y la desidia política, acumula cinco décadas sin que nadie actúe sobre su degradación diaria. Es el patrimonio deportivo más importante que subsiste en la Isla, pero no tiene quien lo quiera. La maraña burocrática, la enorme cantidad de propietarios y la falta de un proyecto claro han sido los escollos para su rehabilitación.

Superviviente

Considerada una obra menor del arquitecto Gaspar Bennazar, el conjunto, formado por la pista, las gradas y el templete rectangular conocido como el xalet, que funcionaba como tribuna, así como servicio de cafetería y terraza para los socios, ha sobrevivido a duras penas, a pesar de haber estado condenado a su desaparición en multitud de ocasiones. Lo confirma el doctor en Historia Contemporánea Manuel García Gargallo, todo un especialista sobre este conjunto deportivo que publicó en 2018 el libro El velòdrom de Tirador. Una història de l’esport a Mallorca (Illa Edicions): «Que haya llegado hasta nosotros es todo un milagro. Sus propietarios intentaron venderlo en varias ocasiones, pero no lo consiguieron. Está ubicado en una zona muy golosa para cualquier promotor inmobiliario, en pleno centro, pero está catalogado como terreno no urbanizable. Eso es lo que lo ha salvado», especifica el historiador.

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El historiador Manuel García Gargallo, con el libro ‘El velòdrom de Tirador. Una història de l’esport a Mallorca’. FOTO: M.A. CAÑELLAS

El velódromo del Tirador nació ligado a los inicios de la práctica deportiva en Mallorca en la década de 1890. Hasta que el fútbol se impuso como el deporte rey en España décadas después, el ciclismo en pista era un fenómeno social, que en Mallorca fue casi una religión. La Isla ha sido cuna de grandes ciclistas como Guillermo Timoner, se contaban por decenas los equipos ciclistas isleños y llegó a haber operativas unas 50 pistas por toda la Isla, entre velódromos y ‘voltadoras’, similares a los primeros, pero con pistas de menor tamaño.

Poco queda ya de ese patrimonio deportivo. Cuando el ciclismo en pista dejó de estar en auge por la modalidad en ruta y el fútbol, unas sucumbieron a la expansión urbanística y las pistas que había en polideportivos fueron desapareciendo por sucesivas reformas o ampliaciones. El Tirador era la joya de la corona de Mallorca, pero también de España. Y aún hoy, a pesar de su deterioro, es una de las más antiguas de Europa.

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Imagen actual del ‘xalet del Tirador.

Origen

El velódromo del Tirador se construyó a instancias de la sociedad ciclista palmesana Veloz Sport Balear, que adquirió los terrenos en 1898, y se inauguró el 10 de agosto de 1903. La pista fue clave para el desarrollo del ciclismo nacional. Allí se celebró el Campeonato de España de velocidad en 1904, prueba que había dejado de disputarse en 1897 por falta de una pista adecuada. A su vez propició el nacimiento del Campeonato de España de medio fondo en 1908, hasta entonces inexistente, ya que era la más adecuada para la disputa de pruebas de largo recorrido.

Entre 1921 y 1925 Tirador fue clausurado por una sanción federativa, pero al reabrirse recuperó su liderazgo en el ciclismo en pista español. Aunque fueron apareciendo pistas en España que podían ser una alternativa a Tirador, ninguna llegó a tener su fama y prestigio. Allí se subieron a la bicicleta Guillermo Timoner, José Nicolau, Rafael Pou o Jacques Anquetil, ganador de cinco Tours, entre otras figuras del deporte.

La inauguración del Velódromo de Anoeta (San Sebastián) en 1965, con la celebración del Campeonato del Mundo ese mismo año, marcó el inicio de su declive. A partir de entonces Tirador dejó de ser la pista de referencia en España y entró en un proceso de decadencia irreversible. Dejó de acoger pruebas de primer nivel a partir de 1968, aunque aún acogería campeonatos oficiales hasta 1972; su creciente deterioro y la pérdida generalizada de interés por las competiciones en pista en detrimento del ciclismo en ruta obligaron a su cierre definitivo en marzo de 1973. Los proyectos posteriores de rehabilitación de la federación Española o la balear no fructificaron y la construcción en 1975 del Velódromo Andreu Oliver, en Algaida, condenó definitivamente al Tirador al olvido.

Imagen de una carrera en el velódromo en 1921.

Protección

En 2015, el Ajuntament de Palma anunció a bombo y platillo que convertiría el antiguo canódromo y el velódromo del Tirador en un gran bosque. Para lograr la reconversión de este recinto tenían que hacerse con el 100 % de la propiedad, el único problema es que Tirador tenía 86 propietarios, nada más y nada menos. El coste final de la expropiación ha sido de un montante de 6,5 millones de euros de las arcas de Cort. Y no ha sido de propiedad municipal hasta febrero de 2019 porque no se pudo hacer efectivo el pago, ya que los servicios jurídicos municipales no conseguían localizar a los herederos designados de un propietario ya fallecido.

Tardarían un poco más, hasta noviembre de 2020, en aprobar la protección del conjunto deportivo. Mientras que en 2021 retiraron hasta 8 toneladas de residuos del lugar y los okupas dejaron las instalaciones. Hace poco más de un mes, el ahora gobierno saliente aprobó el proyecto para redactar y diseñar el nuevo Velódromo del Tirador. Parecía llegar por fin una solución a este espacio emblemático, pero el cambio de color en el Consistorio palmesano podría paralizar, una vez más, la nueva vida del Tirador.

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Hace un año, el ‘popular’ Jaime Martínez, el futuro alcalde de Ciutat, hizo una visita a la zona y denunció el «lamentable estado de abandono del velódromo». Veremos si su reconversión está en la lista del nuevo gobierno municipal o el Tirador vuelve al olvido.