Basi, con su perra Azabache, busca una papelera en el Passeig Marítim. | Jaume Morey

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A primera hora de la mañana el Paseo Marítimo está bastante concurrido, entre señores que sacan a pasear sus perros, cruceristas que acaban de poner el pie en la Isla y pretenden conocer todos los secretos de Palma en solo ocho horas de escala y los obreros que se hacen cargo de la reforma de la zona. Los trabajos prosiguen su curso, inexorable, transformando metro a metro este rincón de Palma. Los bares permanecen dormidos, esperando a su turno de noche para volver a abrir sus puertas. El lado más cercano a la tierra está levantado, abierto en canal, para acoger en su seno a las titánicas tuberías que ahora transportarán las aguas sucias o cableado. Bienvenidos al siglo XXI.

Mientras tanto, los paseadores de perros van deambulando. Si los canes husmean orinas perrunas ajenas, sus propietarios llevan en una mano la correa del animal y en la otra, entre dos dedos a modo de pinza, una bolsa con las olorosas heces de su mascota. La acera más alejada del mar está destripada y los vecinos se lamentan: las papeleras si no están desaparecidas, desde luego están contadísimas.

Antoni Planells junto a una papelera

Antonio Planells y su perro ‘Brandy’ han encontrado una de las papeleras que están junto al hotel Palma Marina, el antiguo Palas Atenea. «Creo que es la única del Paseo Marítimo en este lado del paseo. Si vas hasta Can Barbarà no hay ninguna. Y luego, si quieres otra, tienes que caminar hasta el Auditòrium», se lamenta el vecino, un gran paseador de la zona que advierte que hay otra papelera «a la altura del Hard Rock y en el hotel Bahía».

Cargado de razón, advierte que «no se trata de ser más limpio, sino de ser menos sucio. La gente ensucia las calles y dejan la basura. Y entonces se coloca basura sobre basura». Pese a que en la otra acera, más cercana al mar, la frecuencia de papeleras es mucho mayor, Planells no lo tiene claro: «Ahí estamos los cruceristas, las bicicletas de turistas que hacen carreras, peatones y patinetes».

Desde Emaya advirtieron que «inevitablemente se han tenido que quitar papeleras en la zona de obras ya que también se ha reducido el paso de peatones por esta zona. Cuando finalice la obra, en esta zona que es competencia de la Autoritat Portuària de Balears (APB), serán ellos (está en el contrato de la UTE) quienes pondrán las papeleras nuevas, de nuevo modelo». Fuentes municipales señalaron que «también han optado por aprovechar las obras para poner más contenedores soterrados, que Emaya ya no coloca más en Palma. Pero en esta zona la APB ha optado por este tipo de contenedores». Basi, vecino de la zona, pasea a ‘Azabache’, un cachorro de once meses, y también una bolsa con heces. «Al final tenemos que atravesar el Paseo Marítimo hacia el mar para encontrar una papelera».