Las viviendas de Pere Garau ya pueden rozar los dos millones de euros. | Idealista

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«Soy del Casc Antic de toda la vida. Pero como se encareció por la especulación, nos fuimos a Pere Garau. Se ha puesto imposible, así que he terminado en Algaida». Elena Sierra, antigua vecina de Pere Garau, tuvo que salir del barrio tras el encarecimiento de la vivienda, hasta hace poco con precios populares y marcada por la inmigración. Sus amigos y conocidos también hacen las maletas y marchan hacia la Part Forana pero hasta Algaida, donde vive ahora Sierra, se ha puesto imposible: «Mis amigos se están yendo a Campos o Porreres, que está mucho más lejos».

La procesión de Elena se repite en el caso de muchos palmesanos. Expulsados del Casc Antic, recalaron en Pere Garau, con precios mucho más asequibles. Hasta hace poco. «Hace cuatro años tenía un piso grande de cuatro habitaciones por 600 euros al mes. Ahora por menos de 900... Y mis vecinos de abajo de Pere Garau eran una familia de once personas con abuelos, hijos y nietos. No sé cómo lo hará la gente con sueldos más bajos», se lamenta Sierra.

El que fuera refugio de las clases medias expulsadas del Casc Antic por la gentrificación vive ahora el mismo proceso. «A mi madre le han subido 200 euros de golpe en la Plaza de las Columnas. Y otros amigos también se van. Es muy triste no poder vivir donde te has criado. Por aquí ya hay extranjeros comprando y gente de Airbnb con mochilas y maletas», dice Sierra, que formó parte de Flipau amb Pere Garau, asociación que ha visto como la mitad de sus miembros se ha tenido que ir del barrio.

Matías Colom ha colgado un cartel buscando un piso en Pere Garau de alquiler por 700 euros: «En realidad no es para mí sino para una familia de pakistaníes amigos míos. Pero es imposible, ya se ha gentrificado. En la calle Luca de Tena y en Bartolomé Torres se están tirando viviendas para construir nuevas mucho más caras». Colom es del barrio de toda la vida y advierte que «a mis 46 años aún no me he podido independizar y sigo viviendo con mis padres».

Bandera sueca en una vivienda de Pere Garau
Los vecinos de Pere Garau comentan la presencia de una bandera sueca en el barrio, temen ser el nuevo Son Espanyolet.

El caso de estos dos vecinos del barrio se repite sobre todo en los últimos meses, aunque Hans Lenz, presidente de la Asociación Inmobiliaria Balear Nacional e Internacional (ABINI), se muestra muy cauteloso ante un posible boom inmobiliario: «Hay inversores que creen que en Pere Garau tiene recorrido hacia arriba y puede ser rentable. No será Santa Catalina pero hay inversores ojeando y comprando en este barrio». Lenz reconoce que «los extranjeros no compran en todas las zonas pero está previsto que a medio plazo Pere Garau mejore y se revitalice».

Harley Bristow, propietario de la inmobiliaria Building Palma, confirma que «hay interés por parte de los inversores extranjeros en todo el barrio, igual que en Foners, Nou Llevant, La Soledat o Son Oliva. Los alemanes se están fijando en Pere Garau dados los precios más económicos en este barrio. Está cerca del Casc Antic, no tiene los precios hipercaros de esa zona y es una inversión interesante por el futuro que tiene la zona».

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Bristow advierte que «hay herederos de pisos que pueden conectar con los inversores y hay muchas oportunidades en el barrio». Con viviendas espaciosas y con carácter, se percibe como hay extranjeros que han echado el ojo en la zona, para disgusto de las clases trabajadoras con presupuestos más ajustados. Ya es posible ver áticos reformados en el barrio por 1,9 millones de euros con vistas al mar. Y un bajo con patio por más de 400.000 euros, pendiente de reforma. «Pere Garau se pondrá de moda. Es algo cultural y social. Aunque todavía hay carencias como vecinos que tiran la basura fuera de los contenedores, pero es cierto que hay una expansión», dice Bristow.

Hasta la plaza de Miquel Dolç, en los límites con Son Gotleu, están llegando inversores extranjeros que compran vivienda muy asequible y tras una reforma de unos pocos miles de euros consiguen sacar un rendimiento mucho mayor que en cualquier propiedad del Casc Antic. «Por un piso de 150.000 euros en Pere Garau puedes pedir 1.000 euros de alquiler. En el Casc Antic no hay nada por menos de 400.000 y tampoco se puede pedir mucho más», asegura Bristow.

El eje cívico de Nuredduna o el futuro parking subterráneo de Emili Darder están atrayendo a los inversores. Los vecinos cuentan que hay inversores alemanes que compran pisos viejos que dejan cerrados, a la espera de una mayor revalorización de la zona. La plaza de las Columnas, por otro lado, ha dado un vuelco espectacular tras las obras de reforma y ahora conviven el hotel Nou Balears con establecimientos de comida árabe o china. De hecho, los asiáticos son grandes inversores.

Julia Rama, vecina de Pere Garau
Julia Rama, vecina de ses Cent Cases.

Julia Rama, nieta del Mestre Jaume es Carter, conocido cartero del barrio, vive en ses Cent Cases. «Mi casa no la vendo por nada del mundo. Y eso que recibo publicidad de inmobiliarias que dicen que compran viviendas en cualquier estado. Por el barrio ya veo alemanes y nórdicos dispuestos a comprar. De hecho, en la calle Bartolomé Torres ya hay un ático con una bandera sueca en la fachada». Los suecos han puesto la pica en el barrio.

Thomas Blasco, propietario de la inmobiliaria Red Premium, advierte que «la demanda crece en el barrio, donde tradicionalmente invertían chinos. Habrá un cambio para mejor». Si hay inversión extranjera «no es para vivir, sino para invertir. Todavía es relativamente barato».

Mientras tanto, las vecinas del barrio que se reúnen por la mañana para hacer gimnasia advierten que «no se vende nada en Plaza de las Columnas o Nuredduna. Los extranjeros compran las viviendas, las reforman y luego las venden por un ojo de la cara». Ellas plantan cara y han decidido resistirse a los cantos de sirena de los inversores. De momento.