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El buen tiempo de esta primavera tiene una cara más oscura: un verano atroz. En el interior de las aulas de IES Antoni Maura se alcanzan los 35 grados en junio. Este instituto es uno de los puntos en los que sustenta el proyecto europeo ARV, y Nou Llevant y La Soledat son el espejo en el que se mira el sur de Europa (Italia, Grecia, Portugal y Francia) para conocer qué medidas tendrán que tomar sus habitantes para soportar los efectos del cambio climático. «Se llevará a cabo la rehabilitación del barrio pero con un componente energético», señala Biel Horrach, director general de Urbanisme.

Y esta transformación del clima ya está aquí. Los más de 1.400 alumnos del IES Antoni Maura no son capaces de soportar las temperaturas dentro de clase y la dirección ha optado por mudarlos a otras salas como el laboratorio o despachos para sortear el sol que se cuela en las amplias ventanas que diseñó el arquitecto Antoni Alomar i Esteve hace medio siglo. Aunque su estética es rompedora y sigue vigente, sus grandes ventanales provocan sofocos a sus estudiantes y docentes. Hace medio siglo no se hablaba del cambio climático.

La estación meteorológica instalada en el IES Antoni Maura es uno de los puntos sobre los que se asienta la estrategia palmesana del proyecto ARV, en el que además de Ciutat participan Oslo (Noruega), Sonderborg (Dinamarca), Utrecht (Paises Bajos), Karvina (República Checa) y Trento (Italia). Para Palma se ha formado un equipo multidisciplinar con arquitectos, climatólogos, ingenieros y trabajadores sociales que trabajarán junto con los vecinos para poder pedir ayudas a europa y conseguir la rehabilitación de sus viviendas y así adaptarse al cambio climático.

«Esto era un descampado», dice Míriam Fuentes, directora del instituto desde las amplias terrazas del edificio. Ahora se levantan un buen puñado de edificios de nueva construcción con viviendas de alto standing en Nou Llevant. Más allá, las viviendas originales del Polígono de Llevant, construcciones más humildes y edificios de gran altura de hasta 15 plantas que pueden albergar hasta 160 viviendas y medio millar de vecinos.

En el tejado del instituto se ha colocado una estación meteorológica en colaboración con el Ajuntament de Palma. Este instituto y diversas viviendas de la barriada tienen instalados sensores que recogen datos ambientales, meteorológicas, energéticas y de confort de los barrios y sus hogares.

María del Mar Saurina, que forma parte del equipo de Es Laboratori, señaló que «habrá un enlace público en Internet para la visualización de los datos que arroja la estación meteorológica: radiación solar, velocidad del viento, temperatura, humedad relativa, punto de rocío, presión atmosférica…». Desde su instalación, hace dos meses, ya ha recogido 143,6 litros por metro cuadrado, en los meses de más precipitaciones, cuando lo habitual en todo el año es de 402 litros en todo el año de media en Mallorca. El paso de Juliette se ha hecho notar pero habrá que ver si seguirá lloviendo en un municipio con alerta de sequía. La puesta en marcha de la estación meteorológica servirá para concienciar a los alumnos sobre los efectos del cambio climático, aunque ya los sufren ellos.

¿Cuáles son los otros puntos en los que se sustenta el proyecto ARV de La Soledat y Nou Llevant? Es Laboratori, que demostrará a los vecinos todo lo necesario para transformar sus viviendas y así poder adaptarse al cambio climático. En otoño de 2023 estará lista la sede de Es Laboratori, que tendrá sede física en la antigua comisaría de la calle Fornaris 65. El edificio se rehabilitará y allí se ubicará una ventanilla única, con toda la información y actividades que se desarrollarán en el barrio en los próximos meses. «Se pondrá en marcha la figura del agente rehabilitador para que pueda acompañar a los residentes a conformar una comunidad de vecinos y así presentarse a las subvenciones, beneficiarse de revisar presupuestos de constructoras y así reducir costes», explica Horrach.

La cuota mínima para llevar adelante el proyecto es de 200 viviendas y a día de hoy ya hay más de 300 que han pedido información para sumarse a la rehabilitación de sus viviendas. «Se está desarrollando una herramienta accesible a través de la web en la que el Ajuntament y los vecinos podrán hacerse una idea previa de los presupuestos y la cuota mensual a la que tendrá que hacer frente», cuentan desde el equipo de Es Laboratori. «No es lo mismo asumir que rehabilitar el edificio podría costar 500.000 euros que afrontar un gasto de 20 euros al mes y que, gracias a las medidas que se implantarán, pueden ahorrarse 30 euros en la factura energética», explica Horrach.

Los edificios de La Soledat se levantaron sin tener en cuenta el ahorro energético y ni el confort térmico, que supone pasar frío o mucho calor según la época del año. La pobreza energética es endémica en este barrio. Las humedades son visibles en sus fachadas y en los interiores de las viviendas hay incluso moho, que provoca problemas de salud. «Hay una mayor incidencia de enfermedades respiratorias en los barrios por peores condiciones térmicas porque no tienen aislamiento», advierte el director general de Urbanismo.

El objetivo del equipo de Es Laboratori es reunirse con diferentes colectivos y así se animen a rehabilitar sus casas gracias a los fondos Next Generation. La sede de Es Laboratori Ciutadà estará en la calle Fornarís 65, que asesorará a los vecinos para conseguir ayudas europeas y así poder reformar sus fincas, explicará de manera práctica nuevas técnicas constructivas para aislar sus viviendas y además, acogerá actividades para lograr la cohesión del barrio.

La creación de comunidades energéticas y autoconsumos compartidos es la cuarta pata del proyecto ARV. Así, el CEIP Camilo José Cela contará con una instalación fotovoltaica que se pondrá a disposición de los vecinos para aprovecharse de la energía de ésta a precio de coste. En Es Laboratori también están en contacto con otras entidades sociales del barrio para impulsar modelos de comunidad energética y en la que participan, por ejemplo, Patronat Obrer. Así, se producirá energía a precio de corte, lo que reducirá la factura eléctrica de los vecinos.

«Lo más innovador es aprender del pasado. Volver a recordar desde la innovación y así adaptarse», cuenta Horrach, mientras camina junto a las nuevas VPOs de La Soledat, donde el marés es protagonista y la ventilación cruzada refresca las viviendas. «Hay que volver a caminar la ciudad», insiste, mientras advierte que estas nuevas-viejas técnicas constructivas optan por empresas locales que reactivan la economía de la Isla. A su lado, un bloque de viviendas de nueva construcción ya coloca paneles de porexpan, una medida que previene los efectos del cambio climático dentro de la vivienda. Los colectivos más vulnerables cuentan ahora con herramientas y un equipo para no quedarse fuera de la transformación energética.