Una usuaria mientras trabaja en el huerto. | M. Lluc García

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El afán hortelano de los ciudadanos de Palma no para de crecer. Hace unos años el Ajuntament empezó a habilitar los primeros huertos urbanos que han ido en aumento hasta tener cinco a día de hoy. En ellos, los vecinos han creado su ‘pequeño jardín’ en el que han dado vida a zonas que antes estaban abandonadas. Poco a poco han conseguido que donde solo se veía tierra se haya teñido del verde de las plantas y hortalizas que han cultivado.

Esta actividad tan enriquecedora permite disfrutar de la naturaleza, descubrir más sobre este mundo o conocer a personas nuevas con las que compartir una afición en común de forma gratuita. Sin embargo, para ser usuario de los huertos urbanos de Viver Municipal, el Parque de Sa Riera, parque de Ses Sorts, parque de Son Perera y Son Flor se deben cumplir unos requisitos: estar empadronado en Ciutat y tener más de 65 años o pertenecer a asociaciones y entidades sin ánimo de lucro. El siguiente paso es presentar una solicitud al Ajuntament con el huerto más accesible para cada persona, ya que se puede optar a cualquiera de toda Palma independientemente de si se vive en un barrio u otro. La dinámica es la misma. Cada uno tiene asignada una parcela o una mesa de cultivo y debe hacerse responsable de su espacio y de la zona comunitaria durante los tres años que dura el contrato.

El último huerto que ha inaugurado el Ajuntament es el de Son Flor, que pertenecía antiguamente a la posesión de Son Flor. En noviembre los vecinos del barrio consiguieron que después de cinco años su sueño se hiciera realidad. Con ilusión y entusiasmo se pusieron manos a la obra y cambiaron por completo el aspecto que tenía hace cuatro meses con el de ahora. Así que quien se pasee por la zona podrá observar que la mayoría de parcelas están llenas de plantas y muchas de ellas ya tienen sus frutos. En la actualidad, Son Flor cuenta con 15 miembros que ocupan las parcelas, tres de ellos son mujeres. La asociación de vecinos de Son Flor tiene cinco de ellas, en las cuales hay dos personas con menos de 65 años.

Para conocer más en profundidad este huerto urbano hay que saber que se compone de 16 parcelas de cuatro por cuatro metros cuadrados delimitadas con un arcén y 16 mesas de cultivo de madera accesibles para personas con movilidad reducida. También cuenta con un gran aseo y una red de riego para poder abarcar todo el terreno. La zona se encuentra vallada por una barreras metálicas donde en algunas partes se han colocado enredaderas. Junto a las parcelas hay un baúl para que los usuarios almacenen el material necesario para trabajar en el huerto urbano.

Dos vecinos recogen hortalizas de sus parcelas.

Una de las personas que están más activas en esta actividad es el presidente de la Asociación de vecinos de Son Flor, Francisco Roldán. Poco a poco ha ido averiguando el funcionamiento del huerto y aclarando sus ideas. «Me pensaba que las mesas de cultivo se utilizaban como semilleros para las personas que tienen una parcela, pero no es así. Si tienes una mesa en teoría no puedes tener una parcela», explica. De cara a la asociación cree que los huertos urbanos se podrían incluir en la programación porque lograrían «motivar a los vecinos y se podría hacer una comunidad de hortelanos».

Los miembros del huerto de Son Flor son todos vecinos de la zona excepto uno que es de son Roca. La cercanía les permite ir con frecuencia y obligarse, de esta forma, a salir de sus casas, relacionarse con otras personas y crear un afición. Muchos de ellos son hortelanos y ayudan a las personas que no son tan expertas en este ámbito. Francisco Roldán afirma que cuando se estrenó el huerto solo se apuntaron cinco personas y después se fueron sumando más. Sin embargo, asegura que a medida que los socios van viendo que «su esfuerzos valen la pena y que su cosecha crece, su motivación aumenta». Como anécdota, el presidente de la asociación de vecinos de Son Flor comenta que «al principio vinieron conejos a comerse las plantas y cada uno se tuvo que poner barreras en las parcelas». Aunque el Ajuntament les proporcionó semillas de rábanos, perejil y macetitas pequeñas. En la actualidad lo que más se están sembrando son habas, lechuga, coliflor, ajos, escarola o zanahorias. Todo ello se ha conseguido gracias a la constancia e ilusión que ponen los vecinos en cada una de las plantas que cultivan.