Biel Horrach, director general de Urbanisme del Ajuntament de Palma, junto a la urbanista Miriam García. | Teresa Ayuga

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Hay un futuro distópico a la vuelta de la esquina que ya asoma la pata. La primera línea de es Molinar o el Passeig Marítim serán devorados por el mar, la playa de Can Pere Antoni y es Portitxol quedarán bajo las aguas si se cumplen los vaticinios científicos, que esperan que con el incremento del nivel del mar, Mallorca pierda 60 metros de costa en el año 2100.

Miriam García, doctora arquitecta, paisajista y codirectora de LAND LAB (Laboratori de Paisatges), colabora en diferente proyectos destinados al diseño urbano y del paisaje para su adaptación al cambio climático. Ayer presentó en el Col·legi d’Arquitectes de les Illes Balears (COAIB) el libro La metamorfosis sintética de la costa. Paisajes resilientes y cambio climático, basada en su tesis que ha sido premiada a nivel nacional e incluso por la ONU.

«Si adaptamos la ciudad al cambio climático hay menos riesgo. Esta situación abre la posibilidad de una regeneración urbana y social. Hay que abrazar el cambio, no defenderse», señala Miriam García.
La experta considera que el cambio climático «será catastrófico si no somos capaces de adaptarnos. La naturaleza sigue nuestros ciclos y hemos tenido la vanidad de despreciarla al no tenerla en consideración».

«El cambio climático y el calentamiento global tendrá muchos efectos en la costa por la subida del nivel del mar. El agua se calienta y hay más agua en el sistema por el deshielo de los glaciares, lo que da al mar más energía para erosionar», advierte García. Y es aquí donde Palma lleva las de perder: «Las costas bajas son más vulnerables. En Canarias y Balears por cada centímetro que suba el nivel del mar perderá un metro de playa», vaticinó la experta.

¿Qué pasará en los entornos urbanos marítimos como Palma? «Los paseos marítimos y las playas pierden ancho. Hay sitios que habrá que repensarlos. Las playas nos protegen de los temporales y las inundaciones. Puede que haya más erosión e inundaciones», advierte.

García llevó a cabo ayer por la mañana una jornada de formación con técnicos de Emaya y Model de Ciutat para incorporar medidas para mitigar el cambio climático, que ya se están aplicando en el nuevo Plan General. «Se están analizando los efectos del cambio climático en Palma para llevar a cabo medidas de adaptación y mitigación», explicó Biel Horrach, director general de Urbanisme. La subida de las temperaturas afectará también a Ciutat, sometida a más olas de calor y de mayor duración. «Las tormentas son más fuertes y la canalización histórica de torrentes en cajas de hormigón provoca que no se recarguen los acuíferos y el agua tenga más velocidad», advirtió.

En el Plan General se presta especial atención a Can Pere Antoni y la Platja de Palma, que podrían sufrir más que nadie los efectos del cambio climático. «Se busca la adaptación de estas zonas basándose en la naturaleza, conectando con zonas húmedas y verdes», explicó.

Barcelona ha puesto en marcha ahora refugios climáticos en edificios públicos para que los ciudadanos puedan dormir allí durante las noches tropicales. «El incremento de temperaturas ya está aquí y las olas de calor son cada vez más frecuentes e intensas. Se acentuará la brecha social para quien no tenga medidas de adaptación. De ahí que los mejores refugios climáticos sean nuestros espacios públicos», señaló García.

Por su parte, Horrach, informó de que Palma ya plantea la figura de los refugios climáticos «como Cotlliure y todos los ejes verdes» que se están planificando para bajar la temperatura de la ciudad, que ya este verano pasado ha superado los 40 grados en agosto.