La urbanista Itziar González, en Palma. | Teresa Ayuga

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Arquitecta experta en participación ciudadana y urbanismo, Itziar González pronunció ayer la conferencia Urbanismo, participación ciudadana y futuro de los centros históricos, organizada por el Fòrum de la Societat Civil. Fue regidora de Ciutat Vella en Barcelona y fue sonada su lucha contra el alquiler turístico, que se saldó con su dimisión en el Ajuntament de la Ciudad Condal tras sufrir amenazas del sector.

¿Hay esperanza para los vecinos del Casc Antic de Palma?
— Hemos tenido una reunión con vecinos de La Llotja-El Born-Draçana, donde han pedido en 30 puntos la mejora de la convivencia en esta zona. Reclaman un Plan Especial en el que se pueda recobrar la vida vecinal. Hay que luchar por el futuro de los centros históricos turistificados, los vecinos quieren saber cómo pueden recuperarlos. El barrio pierde identidad. Todas las ciudades se transforman pero a ellos, los vecinos del centro turístificado, se le va de las manos. Hay que invertir en repoblar los cascos viejos turistificados.

Es un problema que se repite en Palma y también en Barcelona, donde se ha perdido vecindario.
— Se abandonaron los centros y esas propiedades verticales, en vez de alquilarse a migrantes y jóvenes que vivían allí, se compraron y rehabilitaron. Se especializaron no como hogares sino como alojamientos temporales de visitantes y pasaron a tener un uso económico. La vivienda pasó a ser una inversión. Como concejal podía encontrar herramientas para la población residente y flotante, que permitiera reequilibrar la convivencia cambiando la perspectiva de vulnerabilidad.

¿Cómo se cambia esa visión?
— Para decretar un barrio vulnerable, tanto en España como en Francia se buscaban indicadores que justificaran inversiones públicas en ciertas zonas. Se ponía énfasis en cuestiones materiales como el estado de las viviendas, el paro, el envejecimiento... Y así se justificaban grandes actuaciones urbanísticas. Pero no se tiene en cuenta la vulnerabilidad subjetiva, como los ruidos, la inseguridad o la pérdida de barrialidad. Rescato esos indicadores subjetivos porque lo importante es el entorno relacional: envejecer teniendo vecinos enfrente.

En el Casc Antic hay una sangría perpetua de vecinos...
— En estos centros históricos hay una invisibilidad vecinal. No se pide una intervención contra los ruidos porque no se quejan. Pedimos que se siga invirtiendo y planificando medidas para mantener su derecho a pertenecer a un entorno comunitario, que los vecinos puedan decidir si quieren terrazas o no. Hablamos de espacios públicos ocupados por empresas privadas y no se ha convocado a la ciudadanía.

¿Qué se podría hacer para revertir esta situación?
— No se ha gestionado un retorno de los beneficios de esta ocupación de vía pública. Debería haber un canon a los negocios que revierta en la comunidad. Y en lugar de grandes inversiones se deberían hacer más pequeñas y asequibles en espacios donde haya una cogobernanza de entes públicos, privados y vecinales.

Se ha mostrado crítica con la peatonalización de Nuredduna.
— No estoy en contra de las peatonalizaciones, pero se eliminan coches y luego llegan las terrazas y el precio de esos locales sube. Igual las casas: se especula y los precios inmobiliarios han aumentado gracias a la inversión pública. Es una operación clásica: con una inversión pública se logran plusvalías privadas.

Se habla del cambio climático que afectará a la Isla...
— Hay un horizonte de colapso cercano. Las políticas públicas lo contemplan pero las privadas esperarán hasta el último momento para seguir el saqueo. Los turistas ya no querrán estar aquí y tal vez nos alquilen las viviendas.