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Ganas de fiesta y gran ambiente en el centro de Palma en una Revetla que recupera su popularidad tras dos años sin celebración a causa de la pandemia. Con el encendido del fogueró major por parte del Drac de Na Coca en la Plaça Major y las torradoras ardiendo, en las que residentes y turistas echaron toda la carne en la parrilla, la fiesta tuvo todo el calor que requería una noche tan fría. La celebración comenzó con el pasacalles de los Gegants i Capgrossos de la Sala, acompañados por xeremiers, desde Cort hacia la Plaça Major, y posteriormente una colla de dimonis y una batucada abrieron paso al Drac de Na Coca. Un acto, el del encendido, que estuvo arropado por la presidenta del Govern, Francina Armengol; el alcalde de Palma, José Hila, regidores y otros representantes políticos.

Parte del público, en especial familias con niños, que ya paseaban por el centro de la ciudad horas antes del inicio de la fiesta, lamentaron la escasa animación infantil y lo tardío del horario para comenzar a torrar. El alumbrado público y la iluminación navideña, en algunos espacios como Cort y la plaza de la Reina, donde se torraba, no estaba encendido lo que dificultó la visibilidad, por lo que muchos encendían la linterna de los móviles para controlar el estado de la carne en la parrilla.

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Las torradoras ardieron con gran fuerza, pero la poca paciencia de muchos para torrar hizo que se quemaran chorizos, pancetas, sobrasadas, etc, algunos de estos productos arrojados a las brasas con la etiqueta colgando sobre las parrillas.

Un grupo de amigos chinos destapaban sus tapers y abrían botellas de vino tinto. «Es la primera vez que venimos a torrar y la verdad es que está muy bien, aunque hay pocas torradoras para tanta gente». De hecho no se respetaron las reservadas para veganos, siendo abordadas por chuletones, hamburguesas, etc. A medida que avanzaba la noche, las torradoras mostraban su mejor caliu y torrar se convertía en una delicia, sin empujones ni prisas. Algunos se quejaron del poco ambiente, ya que hubo muchos vacíos musicales y entonces solo se escuchaba el murmullo de la gente, mientras el humo inundaba las plazas y el viento daba una tregua.