Torrada en la Revetla de Sant Sebastià  en 1998. | Alejandro Sepúlveda

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Hasta hace 46 años, la noche previa a Sant Sebastià pasaba sin pena ni gloria. A partir de 1956 el Ajuntament de Palma aprovechó la festividad del patrón de la ciudad, que había ahuyentado la peste en el siglo XVII, para celebrar los premios Ciutat de Palma, así como una misa en la Seu a la que asistían todos los miembros de la corporación. Pero eran actos institucionales que no tenían calado en la ciudadanía.

El cronista de Palma, Tomeu Bestard, recuerda que «en las barriadas conformadas en el siglo XIX había foguerons entre vecinos que provenían de la Part Forana». Y en el Círculo Mallorquín los jóvenes celebraban una fiesta privada, pero no fue hasta la muerte de Franco cuando se decidió crear una fiesta más popular, en 1977.

«El impulso de la primera Revetla vino del regidor Miguel Durán y funcionarios de Cultura como Natalio Comas, Francisca Gamundí, Antonio Puente, Román Piña Homs... Estábamos en la Transición pero no se habían celebrado las primeras elecciones democráticas», dice el cronista. El folclorista Bartomeu Ensenyat «le dio contenido a la fiesta y trajo el ball de bot». Cuentan las crónicas del 20 de enero de 1977 que «se juntaron miles de personas junto al fogueró de la Plaça Major». Con el alcalde Ramón Aguiló «llegó una Revetla tal y como se conoce ahora, con conciertos en las plazas», dice Bestard.

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Uno de los organizadores de esa primera fiesta fue Román Piña Homs, jefe del departamento de Cultura del Ajuntament en aquel momento. Recuerda que «por entonces comenté sobre la Revetla: esto es la conquista de Ciutat por parte de la Part Forana. Y no dudo de que fue así». Miguel Durán, teniente de alcalde en 1977, declaró que «la fiesta de Sant Sebastià durante el franquismo era muy aburrida». Hacía poco más de año y medio que había fallecido el Generalísimo y el alcalde era Paulí Buchens.

Frente a la fiesta que se ceñía a la entrega de los premios Ciutat de Palma y una misa en la Catedral en honor de Sant Sebastià, «y para de contar», los políticos palmesanos y técnicos de Cort miraban de reojo a sa Pobla: «Se están divirtiendo con Sant Antoni. Deberíamos traer a Palma la misma alegría y el ambiente. No podemos celebrar San Antoniet, pero por San Sebastià podríamos hacer una cosa igual. Y fue una copia literal», dice Piña Homs.

El 19 de enero de 1977 se montó un fogueró en la Plaça Major a iniciativa de funcionarios. «Se puso a disposición del público butifarrones. Hubo críticas, ‘Palma es otra cosa, tiene señorío’, decían. Había música y se trasladó a los barrios el ambiente bullanguero al estilo de sa Pobla. Y al final se implantó. Todo lo que sea bullicio...». En 1978, esa Revetla se expandió pero la lluvia a cántaros la deslució, lo que se ha convertido en un clásico de esa noche. Casi medio siglo después, la fiesta sigue viva tras la pandemia, con permiso de la borrasca Fein.