Los comerciantes junto a material de construcción. | Pilar Pellicer

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Los comerciantes y restauradores de los alrededores de la Plaça del Mercat están indignados. Casi tres años después de su cierre al tráfico, denuncian que sus ventas han caído entre un 20 y un 40 por ciento. «¿Dónde está el nuevo proyecto de la plaza?», se preguntan los comerciantes, que han visto cómo han disminuido las plazas de párking y el número de coches que transita en la zona, y también el número de clientes habituales ha descendido. En el bloque de comercios que muestran su indignación por la transformación inacabada de la Plaça del Mercat están La Pajarita, Daltons, Gibson, Mar Sobrón, Can Frasquet Bar Tapas o    la boutique Zavella.

El propietario de La Pajarita, Javier Mulet, advierte que en su caso «las ventas se han caído un 20 por ciento. El cierre al tráfico no ha ayudado nada a las ventas. El Ajuntament solo sabe prohibir». Se lamenta de que, además, parte de la calzada cerrada al tráfico está ocupada ahora por material de construcción para la rehabilitación del casal de Can Oliver.

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Imágenes de la plaza cerrada al tráfico.

Mulet denuncia además que «a los comercios centenarios solo nos vienen grupos dirigidos con guías con paraguas, hacen fotos pero aquí no compra nadie. Los clientes de toda la vida dicen que ya no vienen porque les cuesta mucho aparcar. La calleUnió, además, también está de capa caída porque no dejan pasar a nadie». Este comercio emblemático, que abrió sus puertas en 1872, está viendo ahora una fluctuación de las ventas preocupante. Fuentes del Consistorio señalan que «el proyecto de remodelación de la Plaça del Mercat se ha presentado a la Comisión de Centro Histórico y ahora se están modificando algunos detalles». Dentro este proyecto también está prevista la reforma del Kiosco Alaska.

Paciencia

Por su parte, la diseñadora Mar Sobrón ha mostrado su malestar después de que «quisimos poner macetas en las fachadas para animar la zona pero nos han obligado a quitarlas, así como los felpudos. Nos dicen que los invidentes pueden tropezar pero la calle está llena de boquetes».

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Imagen del Kiosco Alaska, cuyo futuro depende del futuro de la plaza.

Claudio Lemos, de Can Frasquet, advierte que «los cargas y descargas están bien, pero el cierre de la plaza durante estos casi tres años nos ha perjudicado muchísimo y nos caen multas por el ACIRE». Los comerciantes también critican el traslado de la parada de autobuses hasta la plaza de lasTortugas y la prohibición de circular desdeJaume III hasta el aparcamiento de la Plaça Major a través de la calleUnió. «Los turistas no pueden acceder y a las diez de la mañana, el aparcamiento público más cercano ya está lleno», señalan. «Si no había proyecto, ¿por qué el Ajuntament cerró esta zona al tráfico?», dicen en bloque. Tras casi tres años de espera, la paciencia parece que ya se ha agotado.