El autor David Albert. | Teresa Ayuga

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En 1849 se publicó Manual del viajero de Palma de Mallorca, una obra de Ramon Medel, la primera guía turística de la ciudad en castellano. Antes le precedió en 1845 Le cicerone français a Palma de Majorque, de Jaume Cabanellas, la primera guía de la ciudad, aunque este caso se publicó en francés.

Medel fue el autor de la primera guía al estilo de Lonely Planet, para los viajeros de mediados del siglo XIX, cuando el espíritu viajero y explorador de las clases altas de toda Europa les empujaba a recorrer el continente. Comenzaba así la historia turística de la capital balear y que Medel supo adivinar. De hecho, este autor cuenta con una calle propia en la zona del Estadi Balear, junto con otros viajeros insignes como George Sand, Pierre Lavedan o Gaston Vuillier.

El historiador David Albert acaba de publicar el libro Ramon Medel (1815-1877). Vida i obra d’un il·lustrat romàntic, entre la raó i el somni, de la editorial Lleonard Muntaner. Albert ha buceado en la biografía de Ramon Medel, que además de escribir la guía turística fue actor de teatro, dramaturgo, poeta, crítico teatral y taurino, historiador, arqueólogo y pintor heraldista.

«Medel mantenía correspondencia con Joaquín María Bover, cronista oficial del Regne de Mallorca. Una de las hipótesis es que gracias a esta amistad llegó a Palma, donde vivió tres años», explica Albert. «Medel reconoce que no es una obra original, siguiendo la estela de Cabanellas», explica Albert. La guía turística de Palma desgrana todos los puntos de interés de la ciudad, como los edificios religiosos, algunos de los cuales ya no existen. «Con la desamortización de Madoz desapareció la antigua iglesia de San Felip Neri, que se ubicaba en la actual Plaça Major», dice el historiador. Así, la guía es testigo de una Palma ya desaparecida.

También hace un repaso de las obras de arte y las reliquias de los conventos de Santa Clara o de Santa Teresa de Jesús, entre otros, así como un repaso por los oratorios, muchos de ellos ya desaparecidos. Casas destacadas como la del conde de Montenegro o los marqueses de Bellpuig o Ayamans, se entremezclan con puntos como el Casino Palmesano, el Liceo Mallorquín o el Café de Oriente, donde «el vaso de sorbete costaba 15 cuartos». Fábricas, imprentas o fondas son otras de las recomendaciones.