Dos ciudadanos observan las ofertas de una agencia inmobiliaria. | Redacción Local

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Palma vive un debate sobre su futuro. Por un lado, una postura se niega a consumir más territorio. Por el otro, se habla de la necesidad de crear más vivienda asequible ante la alta demanda. No en vano, Palma ha crecido en 120.000 personas en los últimos veinte años y las previsiones, que reconocen desde Model de Ciutat que son moderadas, es que crezca en otros 60.000 habitantes en las próximas dos décadas. Un exceso para unos, una cifra corta para otros.

El pasado jueves, el pleno del Ajuntament de Palma concentró a la Federacio d’Associacions de Veins y al GOB reclamando una reducción del crecimiento urbanístico previsto en el nuevo Plan General. Maribel Alcázar, presidenta de la Federació, explicó que «no se trata de ir en contra del plan, sino de acertar con las alegaciones. ¿Qué nos queda, el plan de 1998? Eso supone barra libre para la especulación».

Múltiples asociaciones de vecinos han mostrado su preocupación por la construcción prevista en sus barrios. Sin embargo, se intentan hacer equilibrios con la imperiosa necesidad de vivienda asequible de nueva construcción, algo que ahora mismo no existe porque el grueso de las promociones y las unifamiliares se destinan al alto standing.

«Si algo hay que salvar es la VPO. Aquí está la lucha. Por supuesto que necesitamos dotar a los barrios y que no haya un crecimiento expansivo, pero no podemos plantear el crecimiento cero porque hoy por hoy no es viable», añadió Alcázar. La presidenta advirtió que «hay que tener cuidado con zonas que ya tenían licencia en el plan anterior. No urbanizar y volver atrás los proyectos obliga a indemnizar y eso hipoteca al Ajuntament de por vida».

Alcázar mostró su preocupación por la falta de vivienda al alcance de las clases trabajadoras. «No hay manera de que la gente joven pueda vivir en los barrios de siempre, para permitir la atención a los padres y mantener el arraigo. El desarrollo del barrio se va al traste si no tienen donde vivir y se tienen que ir fuera de Palma».

El crecimiento vegetativo de Palma sigue disparado e impide que la vivienda sea accesible. «Hay mucha vivienda cerrada y ponerla en el mercado permitiría a mucha gente quedarse a vivir en sus entornos. Hay solares que quedan vacíos y hay que reaprovechar muchísimo», señaló Alcázar. Y aseguró que en este posicionamiento sobre urbanizar mucho o poco, «tan malo es un extremo como el otro».

Por su parte, la presidenta del Colegio de Agentes Inmobiliarios de Baleares, Natalia Bueno, afirmó que «es un contrasentido total. Hay que buscar un equilibrio y tener la mirada amplia para las futuras generaciones si no quieres que se vayan de nuestra comunidad». Algo que ya está sucediendo en Ibiza o Formentera, pone de ejemplo.

«Tener una casa en Palma hoy día es un valor seguro y ya no hablemos de solares. No pueden anunciar tan libremente que se limitará el suelo urbanizable porque el que lo tiene sabe que tiene oro y se lo reserva para especular por encima de la inflación y el IPC». De hecho, advirtió que ya hay promotores que se van de las Islas por falta de suelo y el retraso de licencias.

Bueno destacó que el precio de un solar urbanizable en Palma ya asciende al millón de euros. «El principal especulador no es el promotor, que arriesga, sino el dueño del suelo, que lo recibió de herencia y sin invertir ya está especulando».

¿Qué pueden hacer con las futuras generaciones de palmesanos y aquellos que recalen en la Isla en las próximas décadas? «El crecimiento vertical está limitado, que sería una de las soluciones. Se podría facilitar la reconversión de locales en viviendas, que en la práctica hace años que se hace. La necesidad impera», sentenció Bueno.

El presidente de la Asociación de Promotores de Baleares, Luis Martín, añadió que «falta materia prima. El Plan General de Palma ha reducido a la mitad el crecimiento urbanístico. Más que moderado, es muy restrictivo. Si las asociaciones creen que aún se construye mucho, estaría bien que consideraran que la sociedad necesita dinamismo económico y el derecho a la vivienda. Y para poder construirla hace falta suelo».

Martín reconoció que ha pasado «la época de construir 10.000 viviendas al año, pero para un crecimiento sano se deberían estar en 3.000 o 4.000 viviendas. En el segmento asequible durante muchos años no se hicieron viviendas y hay un déficit de 16.000 viviendas que sigue creciendo». Mientras «la edificación económica está bajo cero y hay mucha emigración positiva».

El Plan General propone la construcción de 9.000 viviendas, de las que 5.000 serían de protección pública. «Me parece estupendo. Los promotores estamos deseando hacerlas pero no hay suelos que lo permitan al precio del módulo de VPO, que estaban a precios de 2008».

El presidente de los promotores apostó por «aumentar la densidad» para abaratar los precios y lanzó una propuesta radical: «Llevar a cabo cierta intervención sobre el suelo. Si se va a permitir construir más, ya sea aumentando densidades o alturas, limitando el precio de las viviendas, se limita así el precio del suelo. Sería una forma de intervención relativa». Los promotores dicen que la reducción de los urbanizables «hará que cada vez sea más incontrolable el precio. Y siempre hay alguien dispuesto a vivir en Mallorca».

El apunte

En la mesa, el debate sobre nuevos pelotazos urbanísticos

«Para que haya un pelotazo urbanístico tiene que haber un beneficio del producto. El pelotazo son recalificaciones de suelo y que están entorno al lujo», explicó Maribel Alcázar, presidenta de la Federació d’Associacions de Veïns. Precisamente en el pleno la regidora de Model de Ciutat, Neus Truyol, defendió el Plan General de las acusaciones de pelotazo urbanístico. «Este plan no tiene nada que ver con los pelotazos urbanísticos de otros grupos de la oposición. Pelotazo es lo que practica el PP, que coge suelo rústico y lo recalifica después de haberlo adquirido a un precio ridículo», acusó la regidora de Model de Ciutat.

Truyol insistió en el pleno en que «el Plan General es ambicioso pero realista. Palma ha crecido en los últimos veinte años en 120.000 habitantes y en las próximas dos décadas se prevé que crezca en 60.000 habitantes. Hacemos una previsión a la baja estudiando la demografía. Es una decisión que se ha tomado con datos y estudios. Y si no se hace así, estaríamos engañando a Palma».