Sergi y Daniel, de 28 y 24 años, ayer durante la entrevista en una cafetería. | Pilar Pellicer

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Aunque al principio se muestra tímido, enseguida Daniel Uribe, de 24 años, se muestra como un gran orador que ha sacado una faceta activista de su problema de salud mental. Él lo dice sin rodeos: «Tengo y convivo con un trastorno bipolar». Sus 18 años le vinieron de una forma descontrolada. «Me decía que qué iba a hacer con mi vida, lo veía todo negro y no sabía qué me pasa. Pasé un proceso de autoaceptación y, de ahí, a convivir conmigo mismo y con mi otro yo. La cosa era aceptarme». Daniel se formó como administrativo y ahora, en su empresa, hace de mediador entre los gerentes y su grupo de trabajo. Y lo tiene claro: «Si tengo dudas puedo decir lo que me pasa». Ha observado cómo hay empresas que hacen de la persona vulnerable aún más vulnerable. «Había veces en que en ciertos trabajos sí me he llegado a sentir de esta forma. Me ponían horas nocturnas que, a mí, me mataban. Hubo gente que mi problema no lo tenía en cuenta».

Porque también ha visto ese «punto horrible» de las compañías, ese punto en que destinan a personas con problemas de salud mental a trabajos «precarios» por tener esta etiqueta: «Hay muchas personas que tienen potencial y pueden dar muchísimo de sí por las ganas de trabajar y la actitud», dice. Desde hace tres meses, tanto Daniel como Sergi Rovira, de 28 años, trabajan en empresas donde pueden sentirse «motivados». Porque esa palabra, motivación, es una de las cosas que se pierden en este camino «oscuro». Fue a raíz de entrar en el programa Incorpora de la Fundación La Caixa, proyecto dirigido a la intermediación y a la orientación laboral de personas en riesgo de exclusión. En el tercer trimestre del año, el programa dio trabajo a 766 personas en Balears.

Decisiones

Sergi Rovira se formó en turismo y en diseño gráfico. Un problema de adicción durante diez años le metió en un pozo profundo. Pero consiguió escalar de ahí hace ya dos años. «Si realmente quieres superar tu problema, baja la cabeza y pide ayuda. Si no quieres cambiar tu vida, no lo conseguirás», refiere a la hora de explicar que «de todo se puede salir» si se tiene esa decisión. Sergi ahora es un nuevo Sergi que apenas reconoce al que era. Piensa unos minutos y empieza a calificarse: «Antes era una persona inestable, egoísta, una persona que no identificaba las emociones. Tenía una vida en la que sobrevivía porque no sabía qué me pasaba y por qué lo hacía». Sergi ha cerrado ese capítulo, que a su vez le provocaba inestabilidad en el mundo laboral. ¿Y cómo eres a hora?, a lo que él responde: «Honesto, sensible, expreso mis sentimientos y empatizo. Soy la persona que siempre he querido ser».

Como Daniel con su trastorno, Sergi considera que los problemas de adicción «están muy estigmatizados por la sociedad, que considera que si una persona pasa por estos mundos no vale la pena. Y esa misma gente no sabe que de lo que se trata es de un problema de emociones, no hay más». Ambos reconocen que el programa les ha dado el empujón que necesitaban y aseguran sentirse «donde quiero estar». Ahora ellos intentan empujar a los que todavía no han encontrado esa luz que nunca se apagará.

El apunte

Integración de las personas en riesgo de exclusión

El programa Incorpora de La Caixa impulsa la integración sociolaboral de personas en riesgo de exclusión social. El proyecto se inició en Balears en 2006 y está formado por 16 entidades sociales distribuidas por todas las Autonomías y técnicos que ayudan a esa integración completa. Durante el tercer trimestre del 2021, 766 puestos de trabajo fueron cubiertos por colectivos vulnerables. Durante este tiempo, se han realizado 1.797 colaboraciones con empresas desde los inicios y se han logrado 6.269 inserciones.