Piedi Cuadrado, Aina Ballester, Francisca Vilches, Francisca Campana y Juan José Juan, en la plaza. | Pere Bota

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La barriada de Camp d’en Serralta insiste en darse a conocer. Los vecinos se sienten olvidados, tanto por el Ajuntament de Palma como por los propios residentes, algunos de los cuales no saben ni en qué barriada viven. Con la entidad Naüm, intentan volver a recomponer el sentido de comunidad.

Por este motivo hace unas semanas llevaron a cabo una exposición Serralta té història, con fotografías antiguas de la zona, y reclamaron más espacios de participación comunitaria. También están impulsando la campaña Orgull Serraltí con banderolas colgadas de los balcones.

Piedi Cuadrado, Aina Ballester y Francisca Vilches son miembros de Naüm y trabajan con el barrio, gracias al convenio de la entidad con la regiduría de Benestar Social. «Dentro del barrio no hay biblioteca, ni casal de joves, centros de tercera edad, colegios o zonas verdes. Solo una plaza que tiene mala fama y donde los padres no dejan ir a jugar a los niños», contó Cuadrado.

l barrio de Camp d'en SerraltaFOTO : PERE BOTA
Arriba, imagen antigua de la calle Indústria con sus característicos molinos. Abajo, la calle tal y como es ahora.

Precisamente el Camp d’en Serralta es el tercer barrio más poblado de la ciudad, con 401,06 habitantes por hectárea.

«Pedimos la peatonalización de dos tramos de calle de la plaza y ya se ha hecho un estudio para poner más árboles», dijo Francesca Campana, miembro de la Associació de Veïns Camp d’en Serralta. «Los pocos solares libres que quedan se están reconstruyendo para hacer viviendas de lujo», mientras los residentes temen que los precios caros de Son Espanyolet y Santa Catalina se contagien a esta barriada de trabajadores.

Impulso

Juan José Juan es un vecino de la barriada, principal impulsor de recuperar el orgullo serraltí: «El barrio existe desde 1871 y junto con Santa Catalina formó parte del primer polígono industrial de la ciudad».

Juan mostró su orgullo por «nuestra catedral, la iglesia de Sant Sebastià, o el primer velódromo de Palma, de 1890. Pero con los años han ido quitando trozos del barrio, como el edificio de Can Guardiola, en la plaza Hornabeque, cuyos constructores pasaron esa manzana a es Fortí porque no querían estar junto a los trabajadores». Los vecinos del Camp d’en Serralta se quejan de la invisibilidad de la zona, como ocurre con el centro de salud Valldargent, el colegio Son Espanyolet o incluso tiendas «que están aquí pero llevan el nombre de otros barrios», se lamentaron.

El Café Can Menut era un clásico de la barriada, del que ya no queda rastro.

Las fotos antiguas muestran su transformación. «Algunos molinos de la calle Indústria [solo quedan cuatro] se convirtieron en edificios de viviendas en los 80», dijo Juan. Y el bar Ses Columnes daba la bienvenida a los viajeros que llegaban a Palma y donde descansaban los animales. Ahora es un edificio moderno.

En esta mirada nostálgica recordaron que «había tres cines, un club d’esplai, un iglesia muy activa, pistas de deportes...». Hoy «mucha gente mayor vive sola, los jóvenes no tienen donde explayarse y las familias se van a otros barrios», se quejaron. Esta pequeña isla dentro de la ciudad reclama ahora su espacio.