Las familias se concentraron ante Cort durante el encendido. | Teresa Ayuga

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La Asociación Ningún Niño sin Terapia ha promovido la iniciativa de iluminar de azul las fachadas de los ayuntamientos de toda Mallorca, con motivo del Día Mundial del Autismo.
El Ajuntament de Palma, Algaida, Calvià, Alaró y Manacor se han unido a la iniciativa.

Al encendido han asistido miembros de la asociación Ningún Niño Sin Terapia y varias familias, para dar visibilidad a la neurodiversidad y reivindicar el diagnóstico precoz del autismo.

Cort iluminado.

El Consistorio de Algaida lleva desde el pasado miércoles encendiendo cada noche las luces azules en su fachada para celebrar este día.

Fachada del ayuntamiento de Algaida.

Naciones Unidas

La pandemia provocada por la Covid-19 ha empeorado la calidad de vida de las personas con autismo y sus familias, especialmente en el ámbito de la educación, según han constatado desde Autismo España con motivo del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo.

Esta jornada fue instaurada por Naciones Unidas en 2007 para poner de relieve la necesidad de contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas con trastorno del espectro del autismo (TEA) y promover su inclusión en todos los ámbitos de la sociedad por lo que, al igual que otros años, para dar visibilidad a esta efeméride se impulsa la iluminación en azul de edificios y monumentos de todo el mundo, además de diversas acciones de concienciación.

«La pandemia ha aumentado la vulnerabilidad de un colectivo que ya tiene un riesgo superior de verse excluido en ámbitos como la educación y el empleo. Ha incidido en su salud mental, su bienestar emocional, sus oportunidades para acceder a una educación o para mantener sus puestos de trabajo» ha denunciado la directora técnica de Confederación Autismo España, Ruth Vidriales, en el acto institucional de este año, en el que ha hecho alusión al aumento de insultos y a la falta de apoyo.

Precisamente el año pasado, Autismo España denunció que muchas personas con TEA fueron increpadas cuando salían a dar paseos, solas o acompañadas de algún familiar, durante el confinamiento, a pesar de tener reconocido este derecho.

«Lo más duro ha sido el confinamiento. Me afectó anímica y físicamente. Echaba de menos no poder quedar con mis amigos, interactuar con otras personas y mis intervenciones en la asociación, que para mí eran fundamentales. Además, se incrementaron mis problemas para conciliar el sueño y me preocupaba mucho por mi madre y por mi hermano, que es enfermero, por si cogían el COVID», rememora Sofía Medavilla, diagnosticada con TEA y estudiante del Grado de Historia que también reconoce que ha echado en falta las clases presenciales y el apoyo de los compañeros. «Pero ha sido positivo sustituir los exámenes por trabajos», prosigue.

En representación de las familias de personas con TEA, Susana Guri, miembro de la Junta Directiva de Autismo España, ha coincidido en que lo más difícil de la pandemia fue el confinamiento, «dejar de hacer todo de un momento a otro y quedarse en casa». Además, «en este contexto tan difícil, tuvimos que trasladar a mi hijo Nacho la pérdida de su abuelo», pero «se adaptó mejor de lo esperado, se hizo más flexible en sus rutinas y nos ayudó a sonreír en los momentos difíciles».

Guri también ha señalado que echaron en falta «apoyos en el ámbito educativo, porque no estábamos preparados para la educación a distancia», a pesar del esfuerzo realizado por los y las profesionales de la educación que trabajaron con su hijo.

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Según Autismo España, uno de cada 4 alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo tiene TEA, un alumnado que tiene mayor riesgo de ser víctima de acoso escolar, como señala la ONG, que lamenta los elevados índices de abandono escolar del colectivo al finalizar la Educación Secundaria en comparación con los índices de continuidad del resto del alumnado escolarizado en educación no universitaria, así como la escasa presencia de alumnado con TEA en la educación post obligatoria.

Por este motivo, se ha elaborado el informe 'La educación del alumnado con trastorno del espectro del autismo durante la pandemia provocada por la Covid-19' que constata falta de ajustes y adaptaciones específicas en las metodologías de educación a distancia; limitaciones en la disponibilidad y acceso a los apoyos profesionales y recursos materiales necesarios para la educación no presencial, entre otras cuestiones.

De este modo, el documento propone generar conocimiento específico sobre las necesidades del alumnado con TEA en relación a los nuevos escenarios educativos impuestos por la pandemia; proporcionar una respuesta ajustada a las necesidades y fortalezas del alumnado en el espectro del autismo; generar recursos para asesorar a los centros educativo favoreciendo especialmente la formación del profesorado en competencias digitales; crear redes de apoyo e intercambio; favorecer la coordinación con las familias y su acceso a los recursos tecnológicos.

Según Confederación Autismo España, la presencia del alumnado en el espectro del autismo en la educación no universitaria ha crecido un 160% en los últimos ocho años. Asimismo, un 23,3% del total del alumnado con necesidades educativas especiales asociadas a una discapacidad tiene TEA (1 de cada 4).

«Necesitamos una mayor red de recursos educativos, de centros y una mayor flexibilidad de los modelos de educación, acompañados de la necesaria inversión, que esperamos que se desarrollen con la nueva Ley de Educación», señala el director general de Autismo España, Jesús García Lorente.

MÍNIMA EMPLEABILIDAD LABORAL: APENAS UN 10%
Sobre la situación laboral del colectivo, más de 450.000 personas tienen TEA en el país (cerca de 7 millones de personas en Europa). El 90% no tiene un empleo --conforman el colectivo de la discapacidad con la tasa más alta de desempleo-- mientras que el escaso 10% que trabaja suele tener empleos mal pagados o de empleo protegido (en centros especiales de empleo).

Como lamenta Andrea Romero, educadora del Centro sociolaboral Aucavi, de momento solo pueden realizar prácticas laborales «porque las empresas no están lo suficientemente concienciadas con el trabajo que pueden desempeñar las personas con autismo» por lo que el movimiento asociativo pide modificar la normativa vigente en materia de empleo de manera que se considere a las personas con TEA como colectivo de alta vulnerabilidad y beneficiarias de los programas comunes de activación de empleo, además de facilitar el acceso a una variedad de experiencias laborales y oportunidades, entre otras demandas.

Por ello, este año la campaña de concienciación lleva por título 'Puedo aprender. Puedo trabajar', un lema que difunde el movimiento asociativo del autismo en España, en coordinación con Autismo Europa, para reivindicar el derecho del colectivo a una educación y un empleo de calidad que se adecue a sus capacidades, prioridades y necesidades específicas.

Con 'Puedo aprender. Puedo trabajar', se propone a la ciudadanía «hacer un gesto por el autismo» e inundar las redes de esas capacidades subiendo una foto sujetando en la mano una herramienta o utensilio que represente esa diversidad de capacidades que cada persona tiene.

Además, como cada año, el movimiento asociativo del autismo en España se suma a la iniciativa mundial 'Light It Up Blue' y solicita que los edificios y monumentos más emblemáticos del país se iluminen de azul la tarde-noche del 2 de abril, como muestra de apoyo y solidaridad con las personas con TEA y sus familias. Este año, más de 300 edificios y monumentos de toda España han confirmado que se van a sumar a la iniciativa.

IMPACTO ECONÓMICO DE LA PANDEMIA
En el evento institucional de este año también se ha presentado el informe 'Impacto económico de la crisis del COVID-19 en Autismo España y su red de entidades miembro', elaborado en mayo de 2020 a partir de los datos aportados por 80 entidades socias de la Confederación y en el que se estima en más de 6,2 millones de euros el impacto económico inmediato del coronavirus en las entidades que facilitan servicios de apoyo especializados a las personas con TEA y sus familias.

Del impacto total, la pérdida de financiación pública y privada y de cuotas de servicios, las adaptaciones de los centros ante la nueva normalidad y los gastos en personal, sanitarios y desinfección supusieron más de 5,3 millones de euros, según el estudio.