Panorámica de es Jonquet, en primer plano, y de Santa Catalina en una fotografía tomada en 1958.

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El escritor y traductor Albert Herranz ha publicado Glossari de Santa Catalina i es Jonquet, editado por Documenta Balear.

En el libro, Herranz ha introducido «más de 1.800 entradas desde la Edad Media hasta 2018 que he conseguido a través de documentación, bibliografía, hemeroteca y una gran parte de información oral. De ésta última, la mayor parte procede de personas nacidas entre los años 40 y 50 del siglo pasado».

Entre todas las entradas, apunta Herranz, «podemos encontrar nombres de comercios, bares, fábricas, nomenclatura popular, malnoms -especificando si son de Santa Catalina o es Jonquet-, refranero propio, asociaciones, enfermedades habituales en el arrabal o historias de personas vivas o ya fallecidas. Hay un poco de todo. A este libro le he dedicado 4 ó 5 años y está dirigido a todo el mundo, pero si alguien en el futuro escribe una historia de Santa Catalina, espero que le sirva de actualización de datos a día de hoy».

¿Es es Jonquet el raval de Santa Catalina? A la pregunta, el autor responde que «para mí, son lo mismo, aunque históricamente hay una diferenciación entre ambas. En la actualidad, existe otra diferenciación: es Jonquet es Bé d’Interès Cultural y el conjunto de Santa Catalina no lo es».

Algunos de los personajes de Santa Catalina son na Catalina de Plaça (la de la canción popular), uno de los hermanos de Maceo que se refugió aquí o la figura de Pablo Cabot, fundador de la Creu Roja en el barrio y una persona que destacó durante toda su vida por sus acciones altruistas.

También se pueden destacar el modo en que los cataliners se referían al continente americano, Més enllà de l’Havana, o el nombre popular de algunas calles: na Pardales (personaje popular), dels Morts (porque por aquí siempre pasaban las comitivas fúnebres) y de la Mort (más reciente, por las muertes por drogas en esta calle en los años 70 y 80). Al puente sobre el Passeig Mallorca que une Santa Catalina con Palma se le llama de ses Bolles. Y una planta tiene un nombre exclusivo de Santa Catalina: el bugiot.

La cuestión inevitable es la transformación de los últimos años. De ser un arrabal marinero e industrial con su propio montepío ha pasado a ser otra zona depredada por la especulación y la distorsión de los precios. Según el autor, «casas que no tenían agua corriente hace 40 años ahora tienen un precio desorbitado».

Herranz comenta que «la identidad catalinera todavía pervive, pero, en el futuro, Santa Catalina sólo será un concepto para las inmobiliarias y las empresas de ocio. La cohesión social se va difuminando porque ya hay más cataliners viviendo fuera del arrabal que dentro. Ha sido un barrio de Palma, pero Santa Catalina siempre se ha buscado la vida con sus asociaciones y una manera propia de organizarse. De hecho, Santa Catalina siempre ha mantenido relaciones más estrechas con Andratx que con Palma. Con los pescadores de Andratx se compartían pesquerías y la emigración catalinera a Cuba estuvo directamente relacionada con la información que llegaba de los emigrantes andritxols.

El autor reconoce que la inversión inmobiliaria ayuda a la conservación de edificios, «pero también habría que proteger a los habitantes. Si no, el barrio se convierte en un decorado sin la vida social de sus propios vecinos. La calle Fàbrica fue peatonizada en 2010 y ya sólo quedan dos comercios tradicionales».

Na Catalina de Plaça

‘Na Catalina de Plaça’, la de la popular canción mallorquina, era una ‘catalinera’ que se llamaba Catalina Salom. En 1910, con motivo de las fiestas de Sant Magí, algunos vecinos soltaron una traca, algo inhabitual en la Malloca de la época. Catalina se espantó y salió a la calle con la ropa de dormir. No fue la única vecina que lo hizo. El músico Antoni Moranta fue testigo de todo ello y compuso la famosa canción.

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Albert Herranz posa con su libro. Foto: P.PELLICER