Centenares de ‘Velella velella’ en mitad de la zona costera de El Molinar. | MARÍA COMAS

TW
1

La playa de El Molinar amaneció este jviernes con un tapiz de Velella velella, un género de hidrozoos (animales invertebrados) que vive en ambientes acuáticos y que se asemeja a una clase de medusa. Aunque no se debe confundir con una carabela portuguesa, la Velella velella, también conocida como medusa velero, vela púrpura o balsa de mar, no es un ser vivo individual, sino que está formado por una colonia de pólipos y vive en la superficie del agua gracias al flotador que posee.

Pedro Pajares y su mujer, María Comas, avistaron este viernes, a primera hora del día, cientos de ejemplares de esta especie por la arena y por el paseo de esta zona, desde la desembocadura del Torrent hasta el Portitxol. «Nunca antes habíamos visto tantísimos en esta parte costera», confesó.

Descripción

La bióloga marina del Instituto Español de Oceanografía (IEO) en Baleares, Ana Morillas, aseguró ayer a este medio que esta colonia de pólipos suele detectarse entre los meses de abril, mayo y junio «ya que no soportan los meses de verano». Además, «son organismos errantes que se desplazan por las corrientes marinas. Posiblemente, el viento de anteayer las haya arrastrado a la costa de El Molinar». Normalmente, estas colonias suelen encontrarse mar adentro.

Su pigmento y su forma de vela pueden confundirse con la carabela portuguesa, pero lo cierto es que no comparten relación. Una de las principales diferencias es que la Velella velella «es una especie inofensiva para el ser humano. No pican. Se mueven en colonia – no se componen por un único individuo – «y proliferan en conjunto», detalla Morillas. Con todo, son animales de temporada y miden alrededor de siete centímetros. Asimismo, se localizan, mayoritariamente, en la costa Mediterránea, sobre todo en el Levante y en las Islas.

Su intenso color azul llama mucho la atención. Si embargo, una vez arrastradas hasta la superficie, no son capaces de regresar a su hábitat natural, por lo que los miles de Velella «llegan a descomponerse y producen muy mal olor», explica la bióloga marina.