La playa que enlaza Can Pastilla con el Arenal tan vacía como el paseo. | Pilar Pellicer

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Son casi nueve kilómetros. En condiciones normales –que no son las de ahora–, su capacidad hotelera supera las 30.000 plazas en algo más de un centenar de establecimientos, según la Asociación de Hoteleros de la Platja de Palma. Ahora, ese tramo de casi nueve kilómetros, entre Can Pastilla y el límite de s’Arenal de Palma, es lo más parecido a un lugar donde se hubiera detenido el tiempo.

No quedan más de tres hoteles medio abiertos en el décimo día del estado de alarma por el coronavirus, y la inmensidad de una playa vacía lleva a la imagen de Taylor y Nova en la secuencia final de El planeta de los simios.

La policía local patrulla en furgonetas y motos. La actividad laboral –más allá de dos periodistas que recorren el lugar y tienen que dar explicaciones a la policía– se limita a algunos supermercados abiertos (menos que en las calles del centro de la ciudad o los de otras barriadas), algún souvenir que vende periódicos (en un expositor del exterior, los diarios que se editan en inglés, incluido el Majorca Daily Bulletin, junto a un aparador de gorras que nadie parece tener intención de comprar); albañiles y pintores de alguna obra; trabajadores de Parques y Jardines, una subcontrata de Emaya y una empleada de Correos.

Prefiere no dar su nombre cuando aparca su moto frente a un aparthotel. La buena noticia es que siguen llegando cartas personales. Muestra un fajo. Están escritas a mano y van dirigidas a personas con nombres y apellidos ingleses.

«No entregamos nada en mano, sólo en buzón. Aquí correo no falta, sobre todo para los extranjeros que viven aquí».

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La funcionaria de Correos forma parte de la plantilla de la unidad de Can Pastilla, formada habitualmente por once personas. «Estos días somos menos. Primero enviaron a casa a los de más de 60 años y a otros que podían verse más afectados», dice. Y añade que hubo «algo de polémica» por la falta de mascarillas. Pero –precisa– «yo con el casco, voy protegida y creo que las mascarillas hacen más falta en los hospitales».

El ‘bulo’ de los coches

La ‘base’ de Parques y Jardines está en el Polígono de Son Castelló. Quienes trabajan individualmente (no en furgoneta) tienen que venir solos en su coche. Lo explica Javi, que añade que al principio «había dudas» con eso de los coches pero que el lunes empezó a aclararse la cosa.

A lo del número de personas que pueden ir en un coche también se refiere uno de los policías locales que se interesa por lo que hacen dos periodistas por esa zona vacía. «Eso de que pueden ir dos si lo hacen en diagonal es un bulo que la gente ha extrapolado», precisa.

La imagen de la gente paseando a su perro tampoco falta en la desangelada zona para la que se calculaba hace unos meses «una ocupación del 70 % para Semana Santa» (son datos que dio la Asociación Hotelera coincidiendo con la última Fitur, en enero pasado) de un lugar que es el prototipo de la imagen del turismo en Mallorca.

«Vivo aquí desde 2006 y es la primera vez que tengo la sensación de que es como si hubiera caído aquí una bomba», afirma un lugareño que ha ido a pasear al perro. «No, mejor fotos no», dice. Los autobuses, vacíos o casi, van y vienen por la segunda línea.