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Palma se quedará sin terrazas cerradas a partir del 5 de marzo. Esta será la nueva realidad que tendrán que afrontar los empresarios de los 127 locales de Palma que, actualmente, cuentan con este tipo de cerramiento en zonas como la calle Blanquerna, calle Fábrica, la Plaza Mayor, calle Oms o la Plaza España. Muchos propietarios coinciden en tres problemas fundamentales que acarreará la Ordenanza municipal de ocupación de la vía pública de Cort:«menos ingresos, menos clientes y más despidos».

Antonio lleva siete años regentando un bar de la calle Blanquerna. Asegura que «casi el 100% de mis clientes son residentes, y no creo que nadie esté a favor de esta nueva normativa, porque ellos buscan terrazas cerradas, y más en los meses de invierno», añade. En su caso, ha tenido que quitar personal y prevé una reducción de sus ingresos «de entre un 30 o 40 %».

El fin de las terrazas cerradas en Palma

«Aquí solo tenemos siete mesas dentro. Las demás están fuera. Si ahora quitamos las terrazas ‘caseta’, la gente, en invierno, no querrá esperar para tener mesa en interior. Perderemos clientes». Así de contundente es Carol, responsable de un restaurante de comida rápida de la Plaza España, «afectado» por la normativa. El frío, el viento o la lluvia son los principales motivos por los que los restauradores consideran «necesarias» las ‘casetas’.

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Cierres

«Me consta que hay locales que se plantean cerrar en la calle Blanquerna», lamenta Pere Crespí, que en su caso solo lleva un año y medio en esa misma zona y reestructurar su terraza con sombrillas le cuesta 5.000 euros. La Ordenanza permite mamparas, cortavientos o sombrillas no ancladas al pavimento. «Si no se anclan, habrá riesgo a que salgan volando, que ya ha pasado en otras ocasiones. Esta normativa no tiene sentido», dice Michele, que lleva 20 años con su negocio en la calle Fábrica, una de las urbes más afectadas por la normativa del Ajuntament de Palma.

El fin de las terrazas cerradas en Palma

Los bares y restaurantes consensuaron con Cort una prórroga de 18 meses para que pudieran sustituir la actual estructura. Un tiempo que «no arregla nada para nosotros», coincide la mayoría de propietarios. En el caso de un restaurante indio, el propietario, Sunny, reconoce que «la inversión será muy cara, y no sabemos qué puede pasar a partir de ahora con las terrazas, pero afectar, nos afectará». Toñita, una cliente que toma el sol con dos amigas, dice que «si no hay terrazas cerradas en invierno, no vendré». Otros, como José, un residente que paseaba por la calle, reconoce que «veo bien que las quiten. Aunque tampoco me afecta porque no voy a bares».

Como Aurora, encargada del local de la primera foto de este reportaje, muchos verán en la tesitura de quitar o dejar sus toldos tipo ‘caseta’. Un hecho, dice, «afectaría también a Cort, que no tendrá este tipo de ingreso». Desde la Asociación de Restauración de Caeb preparan un referéndum «para que el pueblo decida», según el presidente Alfonso Robledo. Y otros, como la Asociación de vecinos de Santa Pagesa, apoyan la norma y mantienen que hay «abusos» en las terrazas.