Los nuevos comerciantes afirman estar contentos con la marcha de sus negocios en la calle Argenteria. | P. Pellicer

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La calle Argenteria de Palma se está convirtiendo poco a poco en una de las más internacionales de la ciudad. Con la apertura en los últimos meses de diversos comercios por parte de extranjeros, esta céntrica e histórica vía palmesana reúne en unos pocos metros a cerca de una decena de nacionalidades y está saliendo del letargo económico en el que estaba sumido hace apenas dos años con un sinfín de locales cerrados. Los nuevos comerciantes muestran su optimismo por la ventas y su alegría por formar parte de la vida comercial de esta calle del antiguo barrio xueta de Palma.

Marco Tucci es italiano y en marzo del año pasado abrió su boutique de ropa y complementos en el local que antes ocupaba una de las muchas joyerías que dieron nombre a la vía, la de Viuda de Gaspar Piña, que cerró sus puertas a comienzos de 2017. «Decidí abrir aquí la tienda porque me encantó el local, cuya esencia he mantenido, así como la historia y la estética de la calle, que tiene mucho potencial y con el tiempo lo estoy palpando». En su caso, el 60 % de la clientela es local y el resto, turistas, pero en ningún caso los cruceristas.

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Cerca de este negocio se abrió no hace mucho una tienda de comida italiana, en breve se inaugurará enfrente una pizzería también a cargo de italianos y a pocos metros hay una tienda de helados que está en manos de comerciantes argentinos.

La vía cuenta, además, con dos empresarios franceses, que en un caso han abierto un comercio de telas para sofás y camas y, en otro, una tienda de joyas, regalos y complementos. La dueña de esta última es Alice Michel, quien explica que la calle es siempre una sorpresa, con días tranquilos seguidos de otros de mucho trabajo. En general, reconoce estar «contenta» por las ventas, que «en mi caso se reparten al 50 % entre clientes residentes y turistas». La oferta de la calle incluye también con la tienda de ropa de Elena Nikolaeva, nacida en Siberia, o dos galerías de arte, una en manos de empresarios alemán y checa y la otra, de otro germano.

Gohna Morska es polaca y no hace ni dos meses que abrió junto a su socia un Ramen bar donde también se sirve comida vegana que ella, afirma, «cocinar con el corazón». Su clientela es básicamente local y coincide en que «hay días locos de mucho trabajo». Otra de las nuevas inquilinas de la calle es la argentina Aldana Areco quien, junto al mallorquín Javier Vegas, cantante y compositor, regenta un precioso local vintage dedicado a la venta de vinos y vinilos, donde también se realizan actos culturales. Están contentos de la marcha del negocio. Cerca está la madrileña Pilar González, otra de las emprendedoras que apostó por Argenteria.

En la calle sigue habiendo algunos locales cerrados, pero muchos menos que hace unos años y la solera se la siguen aportando cuatro o cinco negocios ya históricos (quedan tres joyerías). Solo estos y alguno más están en manos de empresarios mallorquines, como Consuelo Acevedo, que hace cuatro años emprendió la aventura de abrir su tienda especializada en temas templarios.