Vecinos del Molinar registraron las firmas en la Autoritat Portuària y antes lo hicieron en Cort. | Jaume Morey

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Vecinos y restauradores del Molinar han recogido hasta la fecha más de 600 firmas en apoyo a la solicitud para que, desde el 1 de junio al 15 de septiembre, se suspendan las obras que hace unas semanas se han comenzado a ejecutar en el Club Marítimo del Molinar de Levante «debido a las molestias que producen».

Esta petición y las firmas que la acompañan fueron registradas este martes por la mañana tanto en el Ajuntament de Palma como en la sede de la Autoritat Portuària de les Illes Balears (APIB) por representantes de la Associació de Veïns des Molinar.

En el escrito presentado se expone que la reclamación se realiza ante el hecho de que vecinos y restauradores «de toda la vida», sobre todo de la primera línea de este barrio marinero, «no han sido escuchados» ni por el Consistorio palmesano ni por la Autoritat Portuària ante la «indignación» que causan los trabajos de reforma del puerto, que ejecuta la APIB.

Las obras del Port Petit no gustan a todos los residentes en el Molinar, pese al amplio consenso que suscitó el proyecto entre entidades y administraciones. Desde hace meses y, en especial, desde que comenzaron las obras algunos vecinos y usuarios del puerto han mostrado su disgusto por el hecho de que el proyecto «no ha sido consensuado con todas las asociaciones ni partes afectadas», según el presidente de la Federació de Veïnats de sa Ciutat de Palma, Miquel Obrador, para quien el puerto marinero «va a dejar de ser marinero».

«Tampoco se ha pensado en los residentes y restauradores», afirma el líder vecinal. Para empezar desaparecen entre 60 y 80 plazas de aparcamiento en primera línea, «con lo que los vecinos tienen muchos más problemas para aparcar porque la presión se ha trasladado a la segunda línea». Además, añade, «algunas personas de fuera del barrio dejan el coche sobre las aceras y, en ocasiones, dificultan el poder entrar en las casas». Por no hablar de «los ruidos y el polvo que provocan los trabajos en plena temporada turística y lo que ello repercute en los locales de la zona. Así no hay negocio que pueda aguantar».

Todo ello se suma a la incomodidad de los residentes, «cuando más vida se hace en la calle y con los niños de vacaciones escolares», apunta Obrador.

Con estas obras en pleno verano, concluye, «se ha estrangulado a los de siempre, a los vecinos que viven día a día en el barrio».