El crecimiento de la ciudad y la pérdida de su función original también han contribuido al deterioro de este patrimonio. | M. À. Cañellas

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La falta de medidas de protección por parte de las instituciones explica, entre otras razones, por qué tantas possessions de Palma se hallan en la actualidad tan degradadas o están directamente abandonadas.

De hecho, son muchas las cases de possessió ya desaparecidas. Es el caso la Teulera, Son Tous, l’Olivera, Son Valentí, Son Castelló o Son Malferit, por ejemplo, derribadas ante una carencia de medidas de protección comprensibles durante el desarrollismo –con escasa conciencia de la necesidad de conservarlas– que, en el caso de Palma, se ha extendido hasta prácticamente nuestros días. Hay casos en que los predios –sobre todo los más alejados de la ciudad– se mantienen y sus cases siguen de pie y bien conservadas, pero en muchos otros es posible ver cómo se van deteriorando.

He aquí algunos ejemplos: Son Cabrer, situada frente a Son Espases y propiedad de Bartolomé Cursach, tenida por una de las possessions más relevantes de Palma; Son Suredeta, hoy en terrenos militares; Son Puigdorfila Vell, propiedad de una promotora; Son Dameto, en el camino de la Vileta y adquirida hace poco por una sociedad de Eivissa; Can Coll, una de las que se establecieron al parcelarse el monasterio de La Real; Son Flor, junto al estadio de Son Moix y propiedad de Cort; Son Lleganya, que se va deteriorando junto al hospital de Son Llàtzer; Son Fornari y Son Güell, las dos cerca del Estadio Balear, una cerrada y la otra ocupada, o Son Hugo, entre las piscinas y Son Castelló.

Roberto Fernández Legido, experto en possessions y coautor de Possessions de Palma y El terme de Palma, explica que «en 1995, con la aprobación del Plan General, se tomaron las primeras medidas para proteger el patrimonio, pero el término de Palma estaba poco estudiado y aquel catálogo resultó poco ambicioso. Más adelante se quiso ampliar, pero muchas ya habían desaparecido». Fernández observa que la catalogación tampoco ha evitado el deterioro, como ha ocurrido con Son Cabrer.

Fernández añade otro motivo para explicar la pérdida patrimonial: «El modelo socioeconómico ha cambiado y las possessions ya no tienen cabida en el actual: se construyeron para ser los centros de unas explotaciones agrícolas, unas fincas que hoy van transformándose en solares para viviendas», advierte.

Joaquim M. Bover, historiador del siglo XIX, recordaba que las possessions de Palma, por su proximidad a la ciudad, fueron las más preciadas en el Repartiment, y que por ello fueron a parar a los nobles que jugaron un papel más destacado en la Conquesta.