Isabel De la Fuente, madre de Cristina Arce, una de las víctimas del Madrid Arena, durante una entrevista. | Efe - Sergio Pérez

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En la madrugada del 1 de noviembre de 2012, una avalancha humana en uno de los vomitorios del pabellón donde se celebraba una fiesta de Halloween, por donde decenas de personas trataban de salir de una pista central completamente masificada, acabó causando la muerte de Cristina Arce, Katia Esteban, Rocío Oña, Belén Langdon y María Teresa Alonso. En el décimo aniversario de este suceso que conmocionó al país, Isabel de la Fuente señala que esto no tiene por qué volver a ocurrir, ya que «ahora todo está mucho más controlado», gracias a que se reformó la Ley de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas de la Comunidad de Madrid para reforzar la seguridad en los eventos, con más presencia policial y más inspecciones.

Aquel 1 de noviembre, sobre la siete de la mañana, relata, les despertó su hija mayor «porque le habían escrito las amigas de Cristina contándole lo que había pasado en el Madrid Arena y que no la encontraban». «Salimos corriendo. Fuimos al 12 de Octubre porque las chicas estaban allí. Nos entregaron una chaqueta y el DNI de Cristina. Acudimos a la UCI porque había ingresada una niña que tampoco era Cristina y empezamos a buscarla por los hospitales donde había heridos hasta que nos llamaron del Grupo V de la Policía, nos hicieron ir a comisaría y ahí, nada más entrar, nos dijeron que Cristina había muerto», detalla. Tras recibir la noticia, asegura, solamente pensaba cómo se lo iba a decir a sus padres y a los demás y, a partir de ahí fue todo «un caos». Su vida cambió de la noche a la mañana. «Cristina se fue por la noche de casa y, al día siguiente, la encontré metida en una caja», afirma Isabel de la Fuente antes de indicar que su marido «lo pasó peor» porque tuvo que ir al Instituto Anatómico Forense a reconocer el cuerpo.

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Inicialmente, la Policía sospechaba que había explotado una bengala y se había formado una avalancha, pero la investigación reveló que no había bengala y que la avalancha se formó porque había «un sobreaforo enorme» debido a que dejaron entrar a toda la gente que estaba en un macrobotellón en la calle. «El juicio salió relativamente rápido para la magnitud del asunto», gracias a que las familias le pidieron a la Consejería de Justicia que le pusiera personal de apoyo al titular del Juzgado de Instrucción número 51 de Madrid, Eduardo López-Palop, que se encargó de la investigación del caso. Para Isabel de la Fuente, la Fiscalía estuvo «todo el tiempo a favor de los acusados y en contra de las víctimas». «No han tenido ninguna empatía», subraya. Cuatro años después de los hechos llegó la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid, que condenó a siete acusados, entre ellos al promotor de la fiesta, Miguel Ángel Flores, a cuatro años de prisión, y absolvió a ocho procesados, incluidos los médicos Simón y Carlos Viñals, así como al exjefe de la Policía Municipal de Madrid Emilio Monteagudo.

En su opinión, las condenas fueron «una broma de mal gusto», aunque se aplicaron las leyes para estos casos, por lo que plantea que se revisen para endurecer el castigo por la muerte de cinco jóvenes. Junto a otra de las familias de las víctimas, recurrió ante el Tribunal Supremo la sentencia que absolvía a los doctores Simón y Carlos Viñals, por entender que era «imprescindible» que fueran condenados en base al relato de los hechos probados. El Supremo confirmó en 2018 las penas que impuso la Audiencia de Madrid por el caso Madrid Arena y, además condenó a un año y medio de cárcel al médico Simón Viñals por imprudencia profesional en la muerte de la joven. La condena de Viñals era «de justicia», aunque fuera «una ridiculez», porque «Cristina llegó viva a la enfermería y ese señor decidió que estaba muerta, por su cuenta y riesgo, sin hacer nada», recalca Isabel de la Fuente. Este lunes por la tarde depositarán unas flores y unas velas en la Plaza de Cristina Arce y Rocío Oña, situada en el barrio madrileño de la Alameda de Osuna, junto a una placa en recuerdo de las dos jóvenes en la que se puede leer «planto tu recuerdo muy hondo para que florezca bien alto».