La emergencia volcánica en La Palma "está claramente atenuada". | Efe - Miguel Calero

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Después de 36 horas sin actividad crece la esperanza para muchos en La Palma. Tras 88 días, y después de haber arrasado casi 1.200 hectáreas, el volcán de Cumbre Vieja da señales de que la pesadilla parece estar más cerca de acabar, sobre todo, para las más de 7.000 personas que han tenido que abandonar sus viviendas, muchas de ellas arrasadas por el magma o enterradas bajo ceniza. El volcán ha cesado toda su actividad: Está tranquilo, sin ningún observable eruptivo: ni lavas, ni piroclastos ni terremotos reseñables, celebran los vulcanólogos que trabajan sobre el terreno. Pero ¿ha acabado así el peligro en La Palma?

No es la primera ocasión en que el volcán de La Palma se toma un respiro, cierto es que sucedía durante sólo unas horas. Rubén López, uno de los miembros del Instituto Geográfico Nacional que siguen la emergencia en la isla, recuerda que nunca hasta la fecha el tremor había estado parado una jornada completa o más, como sucede ahora. Las señales son muy positivas y animan al optimismo, pero los portavoces del Plan Especial de Protección ante Riesgo Volcánico de Canarias (Pevolca) insisten en que hay que tener prudencia antes de dar por hecho que el volcán se ha detenido o comenzado a detenerse, porque los indicadores deben consolidarse para poder descartar un repunte.

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Habrá que esperar unos días para confirmar que el volcán ha cesado su actividad. Desde el Geográfico Nacional (IGN) han asegurado en El País, que es «improbable» que el volcán se reactive, aunque no del todo descartable. La afirmación la hacen en base a la tasa de emisión de dióxido de azufre, que es extremadamente baja por primera vez desde que comenzara el proceso eruptivo en la zona de Cumbre Vieja el 19 de septiembre.

El cese de la actividad volcánica abrirá un nuevo episodio para la isla, el de la recuperación y la vuelta a la normalidad, en la medida de lo posible. La lava ha hecho mucho daño a La Palma, a muchas familias, empresas y sectores, que reciben las primeras ayudas para poder seguir adelante. El fin de las emisiones plantea otro escenario distinto al actual, pero habrá que esperar a que lo que hoy vive la isla no sea sólo un paréntesis.