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Que la primera medida del Gobierno para combatir la escalada de precios de la electricidad sea bajar el IVA muestra hasta qué punto el Ejecutivo tiene escasa capacidad para resolver problemas que afectan negativamente a la calidad de vida de los ciudadanos.

Ahora hablamos del encarecimiento energético, pero también ocurre con productos y servicios tan básicos como el alquiler o los productos frescos.

Es una imagen muy perjudicial para las instituciones. El mercado energético depende en exceso del precio de los combustibles fósiles, la normativa europea o la lenta transición hacia las renovables.

Unos cambios que necesitan tiempo, pero los ciudadanos no pueden esperar.