El Banco de España advierte de que los ERTE están perdiendo efectividad. | Youtube: Europa Press

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El Banco de España advierte en un artículo sobre la evolución de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) en la crisis de la COVID de que esta herramienta está perdiendo efectividad a la hora de facilitar la vuelta al empleo de los trabajadores, tras haber resultado muy efectiva en las semanas posteriores al confinamiento domiciliario.

Así, la institución señala que el retorno al empleo efectivo en el tercer trimestre de 2020 de los trabajadores que entraron en un ERTE en el segundo trimestre fue «muy elevado», pues casi el 70% de ellos se reincorporaron a la actividad, quedándose el 20% en ERTE y el otro 10% en el paro.

Esta reincorporación de los trabajadores en expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) fue además «muy superior» a la observada entre los trabajadores que perdieron su empleo en el segundo trimestre sin estar cubiertos por un ERTE.

De este modo, mientras que casi el 70% de los trabajadores que estaban en un ERTE en el segundo trimestre se reincorporó a la actividad en el tercer trimestre, en el caso de los que perdieron su empleo entre abril y junio sin entrar en ERTE, algo menos del 40% volvió a la actividad un trimestre más tarde, lo que supone una diferencia de más de 30 puntos.

Esta brecha, asegura el Banco de España, refleja una «elevada efectividad de los ERTE a la hora de facilitar la vuelta al empleo tras las medidas de confinamiento adoptadas en la primavera».

«La reincorporación al empleo fue muy superior a la observada entre los trabajadores que perdieron su empleo en el segundo trimestre sin estar cubiertos por un ERTE, lo que reflejaría su buen funcionamiento como mecanismo de ajuste temporal de los costes laborales de las empresas», según el Banco de España.

La institución apunta que la elevada eficacia de los ERTE en el segundo trimestre fue generalizada para todos los grupos y sectores considerados, ya que «la probabilidad de volver a una situación de empleo efectivo fue muy superior entre los afectados por ERTE respecto a la del resto de los no empleados».

No obstante, a partir del cuarto trimestre se observa que la probabilidad de los afectados por un ERTE en el tercer trimestre de volver al empleo en el cuarto trimestre disminuyó «de manera muy apreciable», hasta el 32%.

El Banco de España ha asegurado que este descenso reflejaría el freno del proceso de recuperación del mercado de trabajo observado en la parte final del año, «asociado al repunte de la pandemia y a las nuevas restricciones aprobadas».

Además, ha señalado que la probabilidad observada de que un afectado por ERTE volviera al empleo un trimestre después fue algo menor que la probabilidad de que lo hiciera alguien que había perdido su puesto de trabajo. «Esta evolución podría estar reflejando la persistencia de niveles de actividad muy bajos en algunas ramas, como consecuencia de las sucesivas olas de la pandemia», ha añadido.

El «peor desempeño relativo» de los ERTE que comenzaron en el tercer trimestre en comparación con quienes pasaron a estar desempleados o inactivos en ese período, es compartido por la mayor parte de los colectivos, destacando la menor efectividad entre las mujeres, los jóvenes y el colectivo con menor nivel de formación.

Por ramas de actividad, el empeoramiento se concentró en la construcción, en la hostelería y el comercio y en los otros servicios, ya que fueron «las ramas más afectadas por las restricciones durante ese período».

Al analizar las características de los trabajadores sin empleo o en situación de ERTE tanto en el segundo como en el tercer trimestre, el Banco de España ha constatado que la probabilidad de vuelta al empleo es «ligeramente más alta» para los jóvenes y mayores y aquellos que tienen estudios universitarios.

Ayudas para formación

La mayor probabilidad de volver a la actividad en el cuarto trimestre si el trabajador estuvo en ERTE en los dos trimestres anteriores fue la misma en casi todas las ramas, excepto en la hostelería, el comercio y otros servicios, una vez más debido a las restricciones que se aprobaron para estas actividades a final de año.

No obstante, apunta que la probabilidad diferencial de volver al empleo efectivo un trimestre más tarde es mayor en el caso de los trabajadores en ERTE en la industria, «lo que resulta coherente con el carácter más transitorio del impacto de las restricciones sobre esta rama».

En cuanto a la efectividad de los ERTE para aquellos que se iniciaron en el tercer trimestre, según el Banco de España, se observa que los efectos positivos dejan de ser generalizados y se concentran en determinados colectivos.

De hecho, los ERTE iniciados en el tercer trimestre resultaron efectivos para aumentar la probabilidad de volver al empleo únicamente para los hombres, los mayores de 45 años, aquellos con un contrato indefinido, con estudios secundarios, y cuya rama de actividad son los transportes y comunicaciones.

En conjunto, la institución cree que los resultados obtenidos muestran una «elevada» efectividad de los ERTE a la hora de facilitar la vuelta al empleo tras las medidas de confinamiento y limitaciones a la actividad de muchos sectores en el segundo trimestre del año.

Sin embargo, ve «menos concluyentes» los resultados que se obtienen en el caso de los ERTE iniciados en el tercer trimestre y ve plausible pensar que la ausencia de efectos diferenciales en términos de la incorporación al empleo efectivo de los trabajadores en ERTE en el tercer trimestre frente a los desempleados o inactivos sea, «fundamentalmente, el reflejo de la prolongación de las restricciones asociadas a la pandemia».

En esta línea, insta a focalizar el mantenimiento de las ayudas a las empresas que operan en los sectores más afectados por la crisis hasta que ésta se supere y a vincular esta protección de forma más directa a la realización de actividades formativas de los trabajadores afectados, pues éstas han sido hasta ahora «relativamente reducidas».

Por último, considera que el análisis debe mantenerse actualizado a futuro para adaptar los esquemas de protección a posibles cambios estructurales que requieran un desplazamiento de trabajadores hacia sectores o empresas con mejores perspectivas en el escenario posterior a la pandemia.