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El argelino detenido en Madrid por sus presuntos vínculos con DAESH llevaba menos de un año viviendo de forma irregular en España después de haber pasado por diferentes países en los que le siguieron la pista varios servicios de información. Los investigadores hallaron en su domicilio diferentes elementos para la fabricación de artefactos incendiarios.

Según consta en el auto de ingreso en prisión, Abdelghani B. tenía la «capacitación para la fabricación de artefactos incendiarios, así como el uso y manejo de armas y del combate cuerpo a cuerpo». En concreto se cita cilindros de poliespán en bolsas de plástico y pastillas blancas de celulosa comprimida, lo que se considera material de «considerable potencial lesivo» como artefactos incendiarios caseros.

Según el auto que firma la jueza de la Audiencia Nacional María Tardón, al que ha tenido acceso Europa Press, el arrestado consumía a través de internet propaganda yihadista de manera constante y realizaba «actividades de tráfico de documentos de identidad o viajes falsos o falsificados».

La investigación ahora tiene que determinar si operaba a favor de la organización terrorista o lo que hacía era facilitar su huida, debido a que estaba en España de manera irregular. Fuentes de la investigación añaden que alquiló una habitación junto a otras personas hace menos de un año.

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El detenido el pasado 30 de septiembre por el Servicio de Información de la Guardia Civil tenía además presencia en canales donde se difunde material multimedia de Estado Islámico (DAESH), destacando aquellos canales donde se publica contenido idóneo para el autoaprendizaje en el manejo de armas de fuego, armas blancas, tutoriales para la fabricación de material incendiario y técnicas de combate cuerpo a cuerpo.

La operación, además, se desencadenó ante la constatación de que se detectaron conexiones con individuos investigados por terrorismo en otros países y que podrían suponer una amenaza para la seguridad nacional.

En el auto también se destaca su participación en Whatsapp en un grupo denominado «Jihad y Ciencias Militares», donde circuló un manual denominado «El cuchillo militar, arma del combatiente salafista». También se difundía infografías para plasmar técnicas de francotirador. Los investigadores ahora analizan el material incautado, entre ellos las conversaciones de la intervención telefónica con autorización judicial.

La juez Tardón recuerda que diferentes grupos terroristas están prestando una especial atención a la evolución de la pandemia de COVID-19. Abdelghani B., en concreto, rehusó durante la pandemia salir a la calle por el riesgo de ser identificado por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, lo que se relaciona con su radicalización debido a que pasó mayor tiempo expuesto a la propaganda de DAESH, incrementando a su vez la probabilidad de ejecutar una acción violenta.

Las citadas fuentes de la investigación subrayan que, pese a que se sigue analizando documentación, no consta que tuviera ningún plan en marcha o planeado para realizar una acción terrorista.