Cayetana Álvarez de Toledo. | Paco Campos

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La hasta ahora portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, ha calificado de «error» su destitución y se ha despedido deslizando críticas al secretario general, Teodoro García Egea, al que acusa de querer restringir la autonomía del Grupo Popular, y con reproches al presidente del partido, Pablo Casado, por no querer dar lo que denomina como «la batalla cultural» en temas como el feminismo radical o el uso partidista de la memoria histórica.

En declaraciones a las puertas del Congreso, Álvarez de Toledo ha revelado que el presidente del partido le llamó a consultas a Madrid y que este mismo lunes le ha comunicado su «destitución», algo que considera «un error». «Lo lamento profundamente porque la considero perjudicial para el grupo popular, para el PP y para la causa que defendemos», ha dicho.

Álvarez de Toledo ha repasado los argumentos que le ha dado el presidente del partido y no ha ocultado que no los comparte porque los considera «desdichados». Además, ha señalado que no tiene una decisión tomada sobre si continuará como diputada en el Congreso y que ahora abre una reflexión para decidir si continuará con su acta de diputada en las filas populares.

El detonante de su relevo ha sido la entrevista que concedió este fin de semana en El País, donde apostó por un Gobierno de concentración entre PSOE y PP, calificó de error la marcha del Rey Juan Carlos y acusó a la dirección del partido de invadir las competencias del Grupo Popular por relevar al jefe de los asesores parlamentarios.

Según su relato, Casado le dijo que esa entrevista parecía un ataque a su autoridad, algo que la portavoz niega porque defiende la discrepancias: «Considera que mi concepción de la libertad es incompatible con su autoridad y yo no lo comparto», ha indicado, criticando que, desde que llegó al cargo, desde la Secretaría general del PP han tratado de «restringir al mínimo» la autonomía del Grupo Popular.

La parlamentaria ha desgranado en su comparecencia los diversos motivos que le ha esgrimido el líder popular para relevarla del cargo. El principal, según ha asegurado, es su insistencia en ofrecer un pacto para tratar de fraguar un gobierno de concentración de carácter constitucional entre el sector socialdemócrata y liberal para intentar que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, rompa la coalición «ultra y radical» de Gobierno, aspecto rechazado de forma insistente por el líder del PP.

En este sentido, Álvarez de Toledo ha defendido que el objetivo es acabar con la «podemización de Sánchez» y que el PSOE vuelva a la «centralidad», una estrategia que «entraña riesgo» para la oposición, y que el deber «patriótico» y «moral» del PP era plantear esa vía.

Todo ello unido a la afirmación de Casado de que «no le interesa la batalla cultural» porque ahora «no es un asunto político relevante», algo en lo que discrepan porque precisamente ella cree que se debe combatir el «feminismo radical» o poner «punto y final a la utilización dictadora y la guerra civil como elementos políticos».

Y precisamente en ese punto ha surgido otro punto de fricción dado que su intención era interponer un recurso de inconstitucionalidad para reclamar que se mantuvieran de forma íntegra en las actas del congreso las referencias «exactas» que hizo sobre la pertenencia del padre del vicepresidente, Pablo Iglesias, al Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), algo que el PP no está dispuesto a sufragar porque no ve necesario dicha acción legal.

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Y es que para Cayetana Álvarez de Toledo precisamente esa batalla cultural es una exigencia moral pero además también una estrategia conveniente para «ensanchar» la base electoral y social del PP, buscando seducir a sectores del progresismo que buscan «racionalidad».

Frente a ello, la parlamentaria ha lamentado que aún quedan personas en el PP que piensan que la mejor fórmula para ello es la «contemporización» con el nacionalismo y «reeditar victorias pasadas y fórmulas antiguas» porque ahí «no ven moderación ni futuro para una mayoría social, cuando precisamente se requiere una solución «nueva» para la formación porque «España ha cambiado».

También ha dicho que la referencia de Casado a que su actitud supone menoscabar la autoridad es la «culminación» de la expresión que ha escuchado durante estos meses de que era un «verso suelto», algo que denota la infravaloración de la fuerza «constructiva y creativa» en la política.

Para Álvarez de Toledo, el pensamiento propio «no puede ser un ataque a la autoridad y que desde luego no lo han sido hacia Casado» y que durante su etapa al frente del grupo parlamentario ha dicho «cosas sorprendentes y heterodoxas», que quizás a algunos no gustaron, pero que las efectuó en interés del centro derecha en España.

De hecho, ha manifestado que está convencida de que Casado necesita rodearse de personas con «criterio propio» y que esa expresión de «verso libre» denota la concepción de los partidos como «camarillas cerradas» o «sectas» conformadas por personas que solo repiten «consignas prefabricadas» en sus sedes centrales.

La exportavoz del PP, en esa línea de defender la autonomía y criterio propio, dio libertad de voto en asuntos morales, algo que no gustó en la dirección del partido que lo consideró como una «amenaza a la cohesión interna» cuando la homogeneidad, a su juicio, dificulta precisamente «ensanchar las bases del partido».

«Esa negación de la libertad y de la diversidad interior lo que precisamente lo que hacen es dificultar ensanchar las bases del partido, puede que lo hagan más cohesionado pero no por ello más grande y más fuerte. La homogeneidad lo que precisamente hace es reducir, limitar, hacer algo más pequeño y más pobre», ha esgrimido.

También ha explicado que otro de los reproches de Casado fueron sus referencias a que la destitución de Gabriel Elorriaga como jefe de la asesoría parlamentaria del PP era una «invasión de competencias» al grupo parlamentario, algo que sostiene y que se viene produciendo «prácticamente desde el minuto uno» por parte del secretario general del PP, que en su opinión se ha dedicado a «restringir la autonomía» de su faceta como portavoz parlamentaria.

«Creo que ningún portavoz en la historia del PP ha tenido menos autonomía que yo», ha enfatizado Álvarez de Toledo para añadir que otro «lugar común» para justificar su cese, no por parte de Casado sino por parte de lo que ha llamado «paisaje mediático», es enmarcarla como un elemento radical dentro del debate «reduccionista» entre «duros y blandos», cuando precisamente su labor ha sido hacer oposición al «gobierno más ultra de la democracia».

Otro factor al que ha recurrido Casado para reemplazarla era su «preocupación» ante su actitud ante los presupuestos y la negociación del pacto por la justicia. Al respecto, Álvarez de Toledo ha reconocido que «efectivamente» ella no es partidaria de pactos con el PSOE para el reparto de cargos en el ámbito judicial aunque desconoce el contenido de esas negociaciones porque se le ha mantenido «al margen». De hecho, ha manifestado que una justicia «fuerte e independiente» es el «último dique de contención» frente a Pedro Sánchez y el separatismo.