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La marcha de Juan Carlos I de España se antoja como un auténtico terremoto mediático en un año, este 2020, que está teniendo de todo. Las diversas informaciones que en los últimos tiempos se han conocido sobre las actividades privadas del rey emérito han propiciado la decisión de este de abandonar el país, una situación en la que otros parientes y antepasados se han visto por causas diversas en el pasado.

Estos son los Borbones que se han visto obligados a abandonar España durante sus respectivos reinados:

Carlos IV (1748-1819). El claro retroceso del Imperio Español de ultramar, una implacable crisis de la Hacienda y la derrota de la Armada en la batalla de Trafalgar propiciaron que su hijo, el Príncipe de Asturias, tramara cambios en el gobierno a sus espaldas. El avance de Napoleón por media Europa, incluida la ocupación de la península Ibérica por parte de las tropas francesas, y la oposición popular fue el detonante final de un reinado lleno de sinsabores. El monarca abandonó el país y cedió la corona a Napoleón, quien lo hizo prisionero, y designó a su hermano José nuevo rey.

Fernando VII (1784-1833). Con su padre pasó parte de su juventud en el exilio. Tras la Guerra de la Independencia y la expulsión de los franceses, regresa victorioso y aclamado, siempre reticente a que su padre le reclame nuevamente el trono. Su reinado pasa por varias fases, terminando en un absolutismo férreo. Las reformas legales en favor de su hija y la oposición a su derecho al trono desembocarán en la primera guerra carlina.

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María Cristina (1806-1878). Su vida estuvo marcada por la disputa de la legitimidad de su reinado, con la sangrienta guerra iniciada por los partidarios de su tío, primero desde el extranjero y después desde el País Vasco y Navarra como epicentros de la rebelión. No tuvo éxito en la conciliación de las principales tendencias políticas del momento, liberales y moderados, y la tensión política propició su salida de España. Desde el exilio maniobró para derrocar el poder establecido en beneficio de su hija. Regresó pero sus negocios le comportaron un alto grado de impopularidad, que desembocó en un nuevo exilio.

Isabel II (1830-1904). Su reinado se inició con más cesiones al poder parlamentario, aunque la inestabilidad política crecía. Los relativos éxitos en el exterior no impidieron un clima propicio para la revolución de 1868, llamada La Gloriosa, que la sorprendió de veraneo en Vizcaya.

Tras un choque entre las tropas de ambas facciones, se ordenó libre paso a los rebeldes y la reina se exilió en Francia. Desde allí abdicó en su hijo, Alfonso XII, y asistió a la proclamación de la Primera República en España, el reinado y muerte de su hijo, y el inicio del reinado de su nieto.

Alfonso XIII (1886-1941). La convulsión primó en su regencia, que coincidió en el tiempo con la Primera Guerra Mundial. Desde los hechos funestos de la Semana Trágica de Barcelona, pasando por abruptos relevos de gobierno, el aliento del golpe de estado de Miguel Primo de Rivera para fortalecer su poder, y un intento baldío de retornar al constitucionalismo parlamentario cuando este estaba herido de muerte. El creciente apoyo popular republicano lo pone en el exilio, y pasa los años en hoteles de lujo de varias localidades de Francia y Roma. En el 36 apoya el golpe de estado del bando nacional, con la falsa creencia que el triunfo de los amotinados le acercaría nuevamente al trono.

Juan Carlos de Borbón (i), junto a su padre y su hermano. Foto: Fondo Marín-Kutxa Fototeka

A su muerte asumió la jefatura de la Casa Real española don Juan de Borbón, cuya vida se desarrolló casi completamente fuera de España. Primero, por la proclamación de la República y luego, con la dictadura de Francisco Franco. Don Juan, padre del rey emérito Juan Carlos I, no regresó a Madrid hasta el establecimiento de la democracia y falleció en Pamplona en 1993.