TW
0

Bilbao. 2 de agosto 2019. Seis jóvenes de origen magrebí violan a una joven de 18 años en un céntrico parque de la capital vizcaína. La dejaron tirada entre los arbustos, no sin antes arrojarle 17 euros. El Escorial. Septiembre 2019. El Juzgado número 1 de esta localidad deja en libertad a los acusados de robar y violar en su propia casa a una chica con discapacidad, aunque los tres jóvenes, que viven a apenas 300 metros de la víctima, tienen una orden de alejamiento. Palma. 30 de julio. Un chaval de 16 años recibe una brutal paliza de un grupo de 20 jóvenes que un rato antes había acosado a la hermana de 14 años de este y a una amiga tras un concierto. Alemania. 26 de septiembre. La ya conocida como la ‘manada de Cala Rajada’ celebra en redes sociales que uno de los dos miembros en prisión por la supuesta violación de una compatriota en Mallorca está en libertad provisional. Todos estos sucesos coinciden en la misma narrativa: se trata de un grupo de chicos, normalmente no llegan a la treintena, que tras una noche de fiesta decide agredir sexualmente a una chica, menor que ellos en todos los casos. Un dato preocupante: la absoluta falta de remordimiento ni de conciencia de delito de los acusados.

Apoyo en redes sociales. Así celebraba el fin de semana pasado la ‘manada de Cala Rajada’ el regreso a Alemania de uno de los dos miembros todavía encarcelados en la Isla por la violación múltiple de una compatriota el pasado mes de julio. Mientras se sigue investigando el caso, la cuenta de Instagram ‘Freeserhatfreeyakub473’, con casi 7.000 seguidores, sigue pregonando la inocencia de los acusados

Aumento de casos

Han pasado tres años desde que pusimos nombre a la violación múltiple, desde aquellos tristemente célebres Sanfermines de 2016, pero las agresiones ‘en manada’, lejos de reducirse, amplifican el listado a nivel nacional. El portal ‘Geoviolencia Sexual’ contabiliza 147 agresiones múltiples en todo el país desde 2016, 55 a octubre de 2019, la gran mayoría durante estos meses de estío. Estos datos suponen que casi se tripliquen las cifras de violaciones o agresiones grupales de índole sexual respecto a 2016 (18 casos en total) y a 2017 (14 casos), mientras que el año 2018 hay constancia de 60 sucesos similares. ¿Es un efecto llamada por el caso de la ‘manada’ de Pamplona? ¿Las mujeres han perdido el miedo y denuncian más?

Como señala la activista feminista Nina Parrón, este tipo de agresiones son la esencia del machismo puro: «Las violaciones masivas eran práctica habitual de los conquistadores en la antigüedad. Antes se cometían en periodos de guerra, ahora se ha normalizado gracias al uso masivo de internet y a la cosificación de la mujer en el porno actual», lamenta la exdirectora insular de Igualdad.

Aunque los expertos se muestren reacios a dar un perfil definido de los agresores –no cabe duda de la juventud de los agresores–, todos coinciden en las causas que pueden haber motivado el aumento de los asaltos ‘en manada’: el fácil acceso al porno para los jóvenes, la normalización del binomio sexo y violencia en la red, así como la carencia de educación afectivo-sexual en las aulas son las causas principales de este fenómeno que se ha hecho global; en Alemania, por ejemplo, una cadena de violaciones grupales, todas cometidas por menores de edad, ha reabierto el debate sobre la necesidad de rebajar la edad penal.

Incluso la Fiscalía española alertaba el pasado mes de septiembre del «inquietante» aumento de la violencia machista y sexual entre menores. Según datos del ministerio fiscal, las agresiones de índole sexual cometidas por menores aumentaron un 43 % en 2018. Cifras que no sorprenden a Parrón, que recuerda que una práctica cada vez más habitual entre los chicos es acudir en grupo a los prostíbulos: «Así afianzan su hombría, dentro de esta cultura de la masculinidad totalmente tóxica que impera hoy en día. Se empiezan retando a ver quién mea más lejos y se termina en una violación, ya que es algo que han visto en internet desde pequeños», critica Nina Parrón.

Adictos al porno

El informe Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales resulta esclarecedor: un 70 por ciento de los jóvenes españoles ha visto porno en internet, al que se accede por primera vez a los 8 años, aunque su consumo se generaliza a los 14. «La narrativa del nuevo porno se define a partir de la excitación del protagonista masculino del vídeo y acaba con su eyaculación. Es una filmación muy falocentrista –explica Lluís Ballester, profesor de Pedagogía en la UIB y coautor del estudio –. Y está generando cambios en las relaciones interpersonales, ya que estos vídeos carecen casi de diálogos y ofrecen una imagen degradada de la mujer, en la que sus sentimientos no importan. Convierte en algo normal que la gente practique sexo sin conocerse, sin la posibilidad de hablar, seducirse...», dice Ballester, al tiempo que señala que la educación afectivo-sexual actual se encuentra obsoleta, «no está funcionando y debemos cambiarla», dice.

Esperança Bosch, profesora de Psicología Básica en la UIB e investigadora principal del Grupo de Investigación ‘Estudios de Género’, lamenta que «los chavales de hoy en día han pasado de ver Peppa Pig a consumir porno casi sin darse cuenta». En este sentido, recuerda la necesidad de que los jóvenes tengan un contrapeso a esta visión distorsionada del sexo que hay en la red: «Debería ser materia curricular, aunque muchos se lleven las manos a la cabeza, porque la escuela no solo enseña contenido, también educa en valores. No hacerlo es un fracaso de la sociedad actual. Los jóvenes tienen que hablar libremente de sexo, forma parte de nuestra vida, así entenderán algo tan lógico como que el sexo tiene que ser no solo consentido, sino también deseado», recuerda Bosch.

Pamplona, un antes y un después

Contadlo. No os quedéis calladas. Porque si lo hacéis, les estáis dejando ganar a ellos». Es parte de la misiva que la víctima de ‘La Manada’ envío a los medios de comunicación, dos años después de la violación múltiple que sufrió durante los Sanfermines. La presión pública por el suceso fue brutal desde que se conoció la noticia, daba la sensación de que nunca se había producido una situación similar. Los cinco acusados, en prisión provisional en Navarra desde julio de 2016, fueron a juicio entre el 13 y el 28 de noviembre del año siguiente. El fallo, el 26 de abril de 2018, que condenaba a los acusados a nueve años de cárcel por ‘abuso sexual continuado’, pero no por violación, echó a la calle a miles de manifestantes; mismo escenario se vivió en el país cuando los cinco condenados salieron de prisión ( junio de 2018) y cuando se ratificó la sentencia (diciembre de 2018). El pasado mes de junio el Supremo elevó la sentencia para los cinco sevillanos a 15 años al considerar que no fue un abuso sexual, sino una violación en grupo.